CONVOCAR A LOS MEJORES

Dr. Eduardo Héguy Terra


El humor nacional ha recibido, gracias al fútbol, una inyección de optimismo. Pero ello no puede hacernos olvidar que hay demasiados uruguayos que, pese a un presupuesto nacional de 9 mil millones de dólares, enfrentan miseria, marginalidad, pobreza y dificultades que los agobian. Las carencias en materia de vivienda digna son evidentes. No se cumple con el precepto constitucional que establece que “todo habitante de la República tiene derecho a gozar de vivienda decorosa”. En lugar de improvisar, debería tomarse como referencia al MEVIR, esa formidable institución hacedora de hogares a lo largo y a lo ancho de nuestra nación. Hemos pedido, desde la modestia de nuestras columnas, que se tome su extraordinario ejemplo, plasmado en miles de viviendas y, con su misma metodología y eficiencia, se creen tantos mevires urbanos como sean necesarios, sin sello político alguno, pensando solo en las condiciones de vida de las familias uruguayas. No es necesario reinventar lo que ya existe. Hace falta poner sensibilidad, voluntad política, humildad, recursos suficientes y manos a la obra. Mientras tanto, especialmente con la gente en situación de calle ante los rigores extremos del invierno, no debemos olvidar que la Constitución también establece que “El Estado dará asilo a los indigentes o carentes de recursos suficientes que, por su inferioridad física o mental de carácter crónico, estén inhabilitados para el trabajo.”
Es insostenible la impresionante mugre de Montevideo, con su absurdo “sistema” de recolección en base a carritos tirados por caballos y conducidos por niños y adolescentes, hurgando y desparramando basura. El fracaso es tan evidente que cuesta calificar la gestión de quienes, vaya a saber por qué razón, se muestran incapaces de cambiar. No se respeta a los vecinos que pagan sus impuestos y tienen derecho a recibir servicios de calidad. Más papeleras, más recolectores, más barrenderos. Los funcionarios municipales, incluidos los jerarcas, ganan importantes sueldos y deben responder, por ética y una elemental consideración a la población que los mantiene, con un desempeño responsable y eficiente. No se entiende porque no se llama a licitación internacional para que empresas privadas, tanto uruguayas como extranjeras, puedan ofrecer soluciones al grave problema de la basura, que notoriamente ha desbordado la paupérrima gestión de las actuales autoridades, que administran ingresos tributarios superiores al millón de dólares diarios.
La situación de la seguridad pública también es crítica. Todos sabemos del fracaso del sistema penitenciario, de la insuficiencia de las cárceles y del hacinamiento de los reclusos, de la imposibilidad de recuperación de los penados en las actuales condiciones, de los altos niveles de reincidencia, de la falta de calificación del personal, de la inseguridad en el interior de las cárceles- una larga lista de muertes así lo testimonian-, de la impune participación de menores en actividades delictivas cada vez mas violentas, el fracaso del INAU para contenerlos y el avance de la droga en nuestra sociedad. El poder judicial y la legislación penal, como ha quedado en evidencia una y otra vez, también deben actualizar criterios a estos tiempos difíciles. Los policías acusan a los jueces de soberbios y estos a aquellos de ineficientes. Con demasiada frecuencia la impotencia de las autoridades solo atina a no querer procesar o a liberar anticipadamente reclusos no rehabilitados. Estamos ante un círculo vicioso constituido por los 9 mil presos actuales, de los cuales se estima que el 70 por ciento volverá a delinquir. Así las cosas, es fácil de entender porqué las rejas, las alarmas, los perros guardianes y las empresas de seguridad, con casi veinte mil empleados en su mayoría mal entrenados, se multiplican.
Qué decir de las relaciones laborales y de la negociación colectiva impugnadas ante la OIT. Los empresarios sienten que la cancha está flechada en su contra. El ministerio no luce imparcial. Hay sindicatos que han perdido la brújula y actúan con móviles y dirigentes que parecen políticos o se lanzan al conflicto sin cumplir con instancias previas de diálogo y conciliación. No se quiere derogar el decreto que permite la ocupación de empresas, en clara violación al derecho de propiedad del empresario y de la libertad de trabajo de quienes no compartan las medidas sindicales, casi siempre impulsadas por los comunistas e inspiradas en la lucha de clases.
Sin olvidar la situación de ASSE, ni la tremenda crisis de la educación pública pese a su presupuesto. Como ha revelado Graciela Bianchi, directora del Bauzá, hay alumnos de liceo que ni siquiera saben escribir sus nombres y se les quiere promover. Es urgente mejorar el nivel académico de los docentes y adoptar medidas que impliquen una transformación profunda del sistema. De lo contrario el país del futuro estará dramáticamente por debajo de lo que queremos y merecemos. Tómese la propuesta del rector de la ORT, Jorge Grunberg, para realizar cursos de post grado a quince mil docentes de secundaria. Si realmente se piensa en la gente, se debe convocar a los que más saben. A los mejores, sean de donde sean. Ese es el camino. Esa la revolución.

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