EL PETROLEO COMO PROBLEMA
Dr. Eduardo Heguy Terra
Después de muchos
años de intentos, rumores y expectativas, más o menos fundadas, parece
inminente el inicio de una mega exploración en la plataforma continental
uruguaya, a cargo de grandes empresas del sector petrolero internacional.
En efecto, un
consorcio petrolero integrado por la francesa Total, con el 50% de
participación, la norteamericana Exxon, con el 35% y la noruega Statoil con el
15%, iniciará en los próximos meses las tareas de perforación, en lo que se
anticipa será el pozo de mayor profundidad hasta ahora realizado.
Con ese motivo el actual
presidente de la república, doctor Tabaré Vázquez convocó a una reunión
informativa a todos los ex presidentes de la república – Julio Ma. Sanguinetti,
Luis Alberto Lacalle, Jorge Batlle y José Mujica – quienes concurrieron y
agradecieron tanto la invitación como la información verbal y escrita recibida
en esa ocasión. Más allá del tema específico considerado en el encuentro, cabe
destacar especialmente el hecho mismo de la reunión, con altura y con respeto,
de las más altas jerarquías republicanas de los últimos treinta años,
pertenecientes a partidos diferentes, tanto del oficialismo como de la
oposición.
Pronto se realizará
una nueva reunión de los presidentes para seguir considerando el tema, sin
perjuicio de la convocatoria, ya anunciada por el doctor Vázquez, a las
autoridades y representantes de todos los partidos políticos con representación
parlamentaria.
La importancia del
tema lo merece. Se trata de un tema nacional y de enorme proyección para las
generaciones futuras. Debe ser estudiado con seriedad y responsabilidad. Pues,
contrariamente a lo que algunos puedan suponer, el petróleo ha sido, es y puede
ser un beneficio para los países que lo poseen, pero también puede convertirse
en un elemento muy negativo, corrosivo de gobiernos y sociedades. Ejemplos
sobran de países petroleros, miembros o no de la OPEP, - como Venezuela -
sumidos en la pobreza o en profundas crisis
políticas, económicas y sociales.
De ahí la importancia
de estudiar muy pero muy bien los
contratos que se celebren con las empresas petroleras, -cualquiera de las
cuales tiene un presupuesto muy superior al de Uruguay -, y de diseñar, con la
ayuda de los especialistas más capacitados de todos los sectores de la vida
nacional, las mejores reglamentaciones legales posibles, que tengan en cuenta
las buenas y muchas malas experiencias de la historia de este llamado oro
negro, convertido, al decir de Bergier y Thomas, en la sangre de nuestra
civilización. Cualquiera sea la unidad de medida con que se la compare, la
industria petrolera es la más grande del mundo.
El mundo del
petróleo, sus protagonistas y su historia pasada y reciente, deben ser tenidos en
cuenta muy cuidadosamente. Ahora es el momento. Después puede ser demasiado
tarde. Corresponde a la sociedad organizada en estado, por mediación del
Derecho, de donde arraiga, la defensa de su patrimonio y la tutela de su
destino y futuro desarrollo. Y precisamente por ello, le corresponde al Estado
controlar a quienes, movidos por exclusivo afán de lucro, están hoy dispuestos
a asumir los riesgos de la prospección, exploración y eventual explotación de
los depósitos de hidrocarburos líquidos y gaseosos, combustibles fósiles o
rocas bituminosas, que guarda el suelo nativo, el mar territorial o la
plataforma continental. Insistimos en la importancia de los contratos que se
suscriban, en la transparencia de las negociaciones, en la idoneidad de
nuestros negociadores. El estatuto legal del petróleo y los contratos que se
firmen con las empresas petroleras – que poseen una enorme experiencia en la
materia e innumerables recursos técnicos y financieros - son esenciales,
trascendentes, claves para que la historia del petróleo en el Uruguay tenga
éxito, sirva a los intereses nacionales y se vuelque en beneficio de nuestra
población.
Si la esperanza de
ese petróleo que se anuncia como posible o como probable es algún día feliz
realidad, corresponde al derecho público y a la lucidez política y contractual de
quienes hoy gobiernan hacer que existan claros beneficios netos para el país y,
con ellos, realizar entonces lo que el venezolano Rómulo Bentancourt llamó la
siembra del petróleo, para que esa riqueza fluya hacia la Nación entera y todos
puedan entonces compartir sus frutos. Muchos países petroleros no lo lograron.
Unidos, podemos.
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