EL DERECHO A EXIGIR
Eduardo Héguy Terra
Varios analistas políticos coinciden en afirmar que el debate que caracterizará la campaña electoral carecerá de profundidad. ¿Esto significa que se soslayarán las definiciones doctrinarias, los problemas concretos y las consiguientes soluciones? Creo que los electores no debemos permitirlo. Muy por el contrario, rechacemos enfáticamente las generalidades elusivas. Como ciudadanos tenemos el derecho, y yo diría la obligación, de exigir respuestas claras, propuestas debidamente estudiadas y soluciones posibles, con sus costos, plazos y procedimientos.
Es bien conocida la estrategia de algunos directores de campaña, especializados en el marketing político, que mientras procuran vender un candidato, quieren limitar al máximo los temas sobre los que se da opinión y se contraen compromisos. Es una forma cómoda y supuestamente astuta, pero profundamente desleal, de disimular carencias y limitaciones, personales y programáticas. La ciudadanía, advertida de esas malas tácticas, debe reclamar de los candidatos claridad y compromiso.
Debemos asumir que, después de cuatro años de gobierno socialista en el Uruguay, la mayoría de las personas están suficientemente informadas respecto a la visión de país de las grandes corrientes ideológicas, lo que permite saber, por ejemplo, quienes se afilian al marxismo, al fortalecimiento del poder sindical como parte de la lucha de clases y distinguirlos de aquellos otros que, por el contrario, procuran la armonía social y la cooperación laboral, así como el respeto al derecho ajeno y a la propiedad privada. Pero, además de ello, el candidato y su partido tienen que bajar a tierra su discurso y demostrar que están capacitados para hacerse cargo del gobierno. En estos tiempos de crisis la gente espera resultados concretos. Si los candidatos no lo entienden así estarán eludiendo el compromiso, la primera de sus responsabilidades como representantes.
¿Qué piensan hacer los candidatos, en plena crisis, respecto al tamaño del Estado y el gasto público? ¿La deuda externa? ¿Más MERCOSUR? ¿Y para reducir y sustituir los asentamientos marginales, antes cantegriles, tragedia a partir de la cual se genera una nueva subcultura y la desintegración social? ¿Qué piensan Lacalle o Larrañaga, Bordaberry o Miéres de cómo reducir un sector informal que asciende por lo menos al 26% de la población económicamente activa? ¿Piensan retirar los carros de basura de las calles de Montevideo? ¿Cómo lo harán? ¿En qué plazos? ¿Cómo será el sistema de recolección de basura que sustituirá al actual, cuya cara visible es un sector informal, integrado por miles de marginados, muchas veces menores, con significativos beneficios para los gestores de un negocio varias veces millonario? Es importante bajar a tierra y dar respuesta práctica a los problemas que preocupan a la gente.
¿Por qué muchos dirigentes del Frente Amplio prefieren a Danilo Astori, antes que a José Mujica? ¿Por qué otros invierten la fórmula? Hay allí, además de pensamientos encontrados, estrategias electorales, unas dirigidas a “captar” votos del centro político, otras mas interesadas en radicalizar el programa frenteamplista y transitar un camino mas corto al socialismo. Pero ¿qué piensan hacer ambos candidatos de la izquierda para reducir las tasas de repetición y de abandono estudiantil? ¿Qué medidas específicas tienen previstas para mejorar la deprimida capacidad de lectura, entendimiento y escritura de nuestros jóvenes? ¿Cuáles serán sus sistemas de selección y evaluación de los más de 40 mil docentes, un setenta por ciento de los cuales, en estos tiempos, no sabe inglés ni se interesa por adquirir una computadora subsidiada por el Estado? El ciudadano tiene derecho a saberlo.
En esas cuestiones están en juego el futuro. Su importancia se hace muy evidente si consideramos las innumerables frustraciones ciudadanas. Retrocesos en la convivencia, derivados de una delincuencia cada vez más atrevida y violenta, a la que no se ha sabido plantar cara con la claridad y firmeza necesarias. ¿Cuántas cárceles se construirán? ¿En qué plazos? A ello se suman la inoperancia burocrática, el Hotel Carrasco en veremos, el edificio del SODRE inconcluso, AFE comida por el oxido, PLUNA y su larga historia de desaciertos y errores, la paupérrima marina nacional, el éxodo de miles de compatriotas, los pasivos de las mutualistas y un largo etcétera. ¿Qué se piensa hacer para revertir tales situaciones? Ante quienes reclaman nuestro voto y se postulan para dirigir el país, no podemos resignarnos al discurso fácil. Debemos asegurarnos de que están capacitados para ello. Cerremos filas y rechacemos a demagogos e incapaces. Ejerzamos sin vacilar nuestro derecho ciudadano a exigir, de todos los candidatos, sin importar de qué partido sean, talentos y virtudes, excelencia, capacidad, idoneidad, patriotismo, compromiso y probidad. Esto también es de la esencia de la democracia representativa.
Varios analistas políticos coinciden en afirmar que el debate que caracterizará la campaña electoral carecerá de profundidad. ¿Esto significa que se soslayarán las definiciones doctrinarias, los problemas concretos y las consiguientes soluciones? Creo que los electores no debemos permitirlo. Muy por el contrario, rechacemos enfáticamente las generalidades elusivas. Como ciudadanos tenemos el derecho, y yo diría la obligación, de exigir respuestas claras, propuestas debidamente estudiadas y soluciones posibles, con sus costos, plazos y procedimientos.
Es bien conocida la estrategia de algunos directores de campaña, especializados en el marketing político, que mientras procuran vender un candidato, quieren limitar al máximo los temas sobre los que se da opinión y se contraen compromisos. Es una forma cómoda y supuestamente astuta, pero profundamente desleal, de disimular carencias y limitaciones, personales y programáticas. La ciudadanía, advertida de esas malas tácticas, debe reclamar de los candidatos claridad y compromiso.
Debemos asumir que, después de cuatro años de gobierno socialista en el Uruguay, la mayoría de las personas están suficientemente informadas respecto a la visión de país de las grandes corrientes ideológicas, lo que permite saber, por ejemplo, quienes se afilian al marxismo, al fortalecimiento del poder sindical como parte de la lucha de clases y distinguirlos de aquellos otros que, por el contrario, procuran la armonía social y la cooperación laboral, así como el respeto al derecho ajeno y a la propiedad privada. Pero, además de ello, el candidato y su partido tienen que bajar a tierra su discurso y demostrar que están capacitados para hacerse cargo del gobierno. En estos tiempos de crisis la gente espera resultados concretos. Si los candidatos no lo entienden así estarán eludiendo el compromiso, la primera de sus responsabilidades como representantes.
¿Qué piensan hacer los candidatos, en plena crisis, respecto al tamaño del Estado y el gasto público? ¿La deuda externa? ¿Más MERCOSUR? ¿Y para reducir y sustituir los asentamientos marginales, antes cantegriles, tragedia a partir de la cual se genera una nueva subcultura y la desintegración social? ¿Qué piensan Lacalle o Larrañaga, Bordaberry o Miéres de cómo reducir un sector informal que asciende por lo menos al 26% de la población económicamente activa? ¿Piensan retirar los carros de basura de las calles de Montevideo? ¿Cómo lo harán? ¿En qué plazos? ¿Cómo será el sistema de recolección de basura que sustituirá al actual, cuya cara visible es un sector informal, integrado por miles de marginados, muchas veces menores, con significativos beneficios para los gestores de un negocio varias veces millonario? Es importante bajar a tierra y dar respuesta práctica a los problemas que preocupan a la gente.
¿Por qué muchos dirigentes del Frente Amplio prefieren a Danilo Astori, antes que a José Mujica? ¿Por qué otros invierten la fórmula? Hay allí, además de pensamientos encontrados, estrategias electorales, unas dirigidas a “captar” votos del centro político, otras mas interesadas en radicalizar el programa frenteamplista y transitar un camino mas corto al socialismo. Pero ¿qué piensan hacer ambos candidatos de la izquierda para reducir las tasas de repetición y de abandono estudiantil? ¿Qué medidas específicas tienen previstas para mejorar la deprimida capacidad de lectura, entendimiento y escritura de nuestros jóvenes? ¿Cuáles serán sus sistemas de selección y evaluación de los más de 40 mil docentes, un setenta por ciento de los cuales, en estos tiempos, no sabe inglés ni se interesa por adquirir una computadora subsidiada por el Estado? El ciudadano tiene derecho a saberlo.
En esas cuestiones están en juego el futuro. Su importancia se hace muy evidente si consideramos las innumerables frustraciones ciudadanas. Retrocesos en la convivencia, derivados de una delincuencia cada vez más atrevida y violenta, a la que no se ha sabido plantar cara con la claridad y firmeza necesarias. ¿Cuántas cárceles se construirán? ¿En qué plazos? A ello se suman la inoperancia burocrática, el Hotel Carrasco en veremos, el edificio del SODRE inconcluso, AFE comida por el oxido, PLUNA y su larga historia de desaciertos y errores, la paupérrima marina nacional, el éxodo de miles de compatriotas, los pasivos de las mutualistas y un largo etcétera. ¿Qué se piensa hacer para revertir tales situaciones? Ante quienes reclaman nuestro voto y se postulan para dirigir el país, no podemos resignarnos al discurso fácil. Debemos asegurarnos de que están capacitados para ello. Cerremos filas y rechacemos a demagogos e incapaces. Ejerzamos sin vacilar nuestro derecho ciudadano a exigir, de todos los candidatos, sin importar de qué partido sean, talentos y virtudes, excelencia, capacidad, idoneidad, patriotismo, compromiso y probidad. Esto también es de la esencia de la democracia representativa.
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