LA PRENSA AMENAZADA

Eduardo Heguy Terra


Más de una vez se ha dicho que la libertad de prensa es esencial a la democracia. Se trata de una verdad evidente que, aun a riesgo de ser reiterativos, repetimos una y otra vez, para tratar de convencer a quienes, por ignorancia o mala fe, siguen pensando que solo deben existir medios de comunicacion sumisos, complacientes, cuando no oficialistas o partidarios entusiastas de cuanto haga o deje de hacer el gobierno de turno. Libertad de prensa es, precisamente, lo contrario. Es garantizar a quienes no piensan como el gobierno la más amplia libertad para informar, informarse y opinar.

En tal sentido, Al Gore, ex vicepresidente de los Estados Unidos, premio Nobel y premio Príncipe de Asturias 2007, profesor en la universidad de Columbia y propietario junto a Joel Hyatt de Current TV, en su reciente libro “El ataque contra la razón”, nos recuerda como los fundadores de la democracia norteamericana tenían claro que solo “una ciudadanía bien informada podía gobernarse y defender la libertad de los individuos, sustituyendo la fuerza bruta por la razón” y que “el definitivo control y contrapeso del gobierno era su responsabilidad ante la gente”. Por ello los ciudadanos son titulares de un derecho a la información y la responsabilidad de satisfacerlo es, en buena parte, función de la prensa.

Los tiempos han cambiado. Y los medios de comunicacion también. A los medios escritos le han sucedido la radio y la televisión, con una formidable capacidad de influir en los comportamientos de la gente. Con ello una nueva amenaza se cierne sobre la prensa. Una amenaza que esta vez no viene del gobierno, sino desde los propios medios, de la forma como estos cumplen o dejan de cumplir con su responsabilidad para con el sistema democrático y para con la gente.

Al Gore sostiene que la democracia estadounidense esta en crisis, y que parte de la culpa es de los medios de difusión, además de otras causas, que van desde el papel creciente de los intereses especiales y la influencia del dinero en la política, hasta la mayor importancia “de la imagen sobre la sustancia y la calidad superficial de la discusión publica”, pasando por la apatía de los ciudadanos, la desconfianza en la integridad de las instituciones, el excesivo partidismo, “los esfuerzos cada vez mas sofisticados por manipular a la opinión publica y por controlar de manera selectiva la información”. Según lo expreso, dramáticamente, Walter Lippmann “bajo el impacto de la propaganda, ya no es posible creer en el dogma original de la democracia.”

Para Al Gore, los mayores problemas se derivan del “cambio drástico y fundamental” en la forma de comunicarnos. La sustitución de los medios escritos por la televisión como principal fuente de comunicación,- que se acentúa en los EEUU a partir de 1963 pero de manera muy especial desde la década de los ochenta -, dificulta, si no es que impide, un fluido intercambio de ideas. Se trata de una comunicación unidireccional: los ciudadanos reciben pero no pueden enviar, oyen pero no hablan. Así, señala Gore, la ciudadanía bien informada corre el peligro de convertirse en una ciudadanía “bien conformada”.

A estas características, vinculadas a la televisión, un medio “frío” según la clasificación de Marshall McLuhan, se suman el progresivo desplazamiento del periodismo por el entretenimiento, la creciente concentración de los medios de difusión masiva en pocas empresas y la tendencia de esos grupos económicos a utilizar sus departamentos informativos,- que antes eran considerados al servicio del interés publico-, como meros centros de obtención de ganancias o instrumentos para el logro de intereses comerciales. En definitiva, actualmente en los Estados Unidos los telediarios son disminuidos, vaciados de contenidos –“empobrecidos intelectualmente” al decir de Dan Rather-, y gradualmente sustituidos por los programas de entretenimiento, mas lucrativos, con el consiguiente deterioro de la función informativa y su compromiso con la verdad. Y lo insolito es que este ataque a la prensa, a su deber de informar y a la razón de ser de las libertades constitucionales que la protegen, viene de las propias empresas propietarias de los medios de comunicación.

Asimismo, dice Gore, la información supeditada a la diversión perjudica gravemente a la democracia, pues conduce a un “periodismo disfuncional que no informa a la gente”. Y si la gente no esta informada, y aquí esta la esencia del problema, “no puede pedir cuentas al gobierno cuando es incompetente, corrupto o ambas cosas a la vez.” El rol fundamental de la prensa es socavado, pero esta vez no desde el gobierno, a través de la presión o la censura, sino desde las propias empresas de comunicación, que optan por la comodidad y el lucro, desarticulan sus redacciones y dejan de lado la siempre difícil y comprometida responsabilidad de informar a los ciudadanos de los temas públicos que les conciernen. Da para pensar. Y prevenir.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Los Comunicadores: Daniel Castro

Los comunicadores: Lil Bettina Chouhy

Los comunicadores: Neber Araujo