LA OPINION DE LOS LECTORES

Eduardo Héguy Terra

Una democracia no es tal sin la plena vigencia de la libertad de expresión en toda su extensión imaginable. Quienes habitualmente expresan públicamente sus opiniones y puntos de vista son políticos, gobernantes, autoridades, sindicalistas, dirigentes empresariales o comunicadores profesionales, sean estos periodistas o especialistas en diversas disciplinas sociales, por lo general sociólogos, economistas, educadores o politólogos. Sin embargo, el pleno ejercicio de la libertad de expresión quedaría limitado si solo la ejercieran, casi privilegiadamente, esas categorías de ciudadanos, cuyas opiniones son valiosas pero insuficientes para reflejar a cabalidad el pensamiento de toda la sociedad en un momento dado de su historia.
¿Cómo hacer realidad que todos los ciudadanos comunes tengan también la posibilidad de disfrutar en plenitud la libertad de comunicar sus pensamientos en toda materia, por palabras, escritos privados o publicados en la prensa o por cualquier otra forma de divulgación, tal como lo consagra el artículo 29 de nuestra Constitución?
La respuesta nos la dan los medios de comunicación. Todos los días la prensa, tanto los diarios, semanarios y revistas, como las radios y las emisoras de televisión, abren sus páginas, micrófonos y cámaras para dar cabida, bajo distintas modalidades, a las opiniones de sus lectores, oyentes y televidentes. La prensa se convierte así en tribuna pública, dando cumplimiento a una importante y no siempre valorada función social. Ya no se trata solo de informar, opinar y entretener, sino de hacer posible que otros se expresen libremente.
Los periódicos suelen tener una sección especial reservada para que sus lectores,- de aquí y gracias a internet también del exterior-, puedan dar a conocer sus inquietudes y preocupaciones, requerir soluciones a la marginalidad, protestar por la corrupción, la degradación de la educación, la convivencia y el medio ambiente, o agradecer gestos fraternales de solidaridad. Bien llevadas se constituyen en secciones de gran interés. Con frecuencia estas secciones son utilizadas por los dirigentes políticos para realizar puntualizaciones sobre temas que les conciernen; y, diariamente, encontramos en ellas fundamentos doctrinarios de enjundia para orientar conductas mas republicanas y cartas que aportan a la comprensión de los problemas más variados, desde la competitividad de nuestras exportaciones, la droga, la delincuencia o la violencia en el deporte, hasta el fallo de la Corte de La Haya. Los gobernantes deberían prestarles más atención.
Las radios, en sus programas periodísticos cada vez utilizan el más enriquecer los contenidos propios con las opiniones de los escuchas, que se expresan a través de los teléfonos fijos, los celulares y los mensajes de texto. Encontramos allí espontaneidad y vigor. La velocidad e inmediatez de la radio, así como el mayor tiempo de que dispone, facilitan el diálogo, la comunicación interactiva y hacen posible conocer una amplia gama de puntos de vista sobre muchos temas de actualidad, que pueden ir desde el drama de los hurgadores, el transporte, el mundial de Sudáfrica, el costo de la patente, el cuidado de plazas y parques o la elección de alcaldes.
La televisión, en cambio, dado el predominio de la imagen, muestra y traduce en sus informativos una forma diferente de comunicación, por lo general dirigida a temas de seguridad pública, de responsabilidad municipal y llamados a la solidaridad. Lo que logra eficientemente la televisión, además de su gran alcance e impacto sobre la opinión pública, es permitir una expresión colectiva, ya sea de vecinos de un barrio problematizado que quiere llamar la atención de las autoridades o de padres de un liceo que temen por la seguridad de sus hijos. A través de la pantalla, se ve reflejada mucha gente que padece los mismos problemas. En su conjunto, los medios cumplen una función útil en la sociedad. A través de estos espacios de opinión, vaya si contribuyen a democratizar la libertad de expresión del pensamiento.
Las cartas de los lectores y la intervención de las audiencias cumplen otro importante rol en la prensa. Cuando se refieren a la forma en la que el propio medio realiza su tarea, se convierten en una auditoría a cargo de los usuarios. Los lectores dan su opinión sobre el diario o el semanario, aplauden o critican sus notas, informaciones y columnas o editoriales. Ejercen una suerte de control cotidiano que, cuando está expresado de buena fe y con calidad intelectual, se constituye en un valioso aporte en la permanente búsqueda de la excelencia editorial. En consecuencia, cuando hablamos de la opinión de los lectores y audiencias nos referimos a una parte sustancial del contenido de los medios de comunicación, aquella, nada menos, que da expresión, voz, visibilidad y proyección social al pensamiento ciudadano. Hagamos un uso frecuente y fecundo de esta esplendida posibilidad de ser leídos y escuchados.

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