UNA VOLUNTAD INQUEBRANTABLE
Eduardo Héguy Terra
Víctor Hugo Morales, en un encuentro con Joaquín Morales Solá propiciado por la revista Noticias de Buenos Aires para analizar la controvertida ley de medios impulsada por el gobierno argentino, relató una experiencia personal que le causó “un tremendo impacto”. Encontrándose en Necochea, en una reunión a la que asistieron 900 personas para hablar sobre el tema de la prensa, Víctor Hugo les pidió a los asistentes que levantaran la mano aquellos que leían diarios; dolorosamente para nosotros, dijo el periodista, solo levantaron la mano 9 personas. Y esto en un país con periódicos como La Nación, Clarín, Ámbito Financiero y Perfil. Luego pidió que levantaran la mano los que veían el programa de televisión “Fútbol para todos”, impulsado por el gobierno de los Kirchner, y las 900 personas presentes subieron sus manos.
Es fácil comprender lo que sintió Víctor Hugo Morales. Pero ello no hace más que confirmar a la televisión como el medio masivo por excelencia, muy por encima de la radio y de los medios escritos. A su vez, en términos de contenidos, la anécdota nos reitera la preferencia popular por el fútbol, un formidable entretenimiento – a la vista está el éxito de audiencia del mundial de Sudáfrica -, y su preeminencia sobre otros contenidos de mayor profundidad o importancia para la convivencia social o la institucionalidad democrática y republicana, pero sin duda de una mayor complejidad y aridez, como pueden serlo la economía, la educación, la producción, la agropecuaria y las exportaciones, los derechos constitucionales, la soberanía marítima, la cultura, o la impostergable necesidad de regular y poner límites al accionar sindical.
Hace mas de 25 años, siendo director de La Mañana y El Diario, tuve el gusto de publicar un brillante trabajo de otro Morales, de Franklin, un excelente periodista y reconocido experto en fútbol, que había obtenido el primer premio, la medalla de oro, en un concurso a nivel mundial, con miles de participantes, convocado por el Comité Olímpico Internacional, nada menos que sobre la influencia del deporte en la educación de los pueblos. Esa edición del diario, de esa notable manera jerarquizada gracias al aporte de Franklin Morales, tuvo una repercusión acotada a un incremento de centenares de ejemplares. Fue una enorme decepción. Pero lo más fuerte de aquella experiencia estaba por venir. Y llegó de la mano de sendos posters de los grupos musicales para niños conocidos como Menudo y Los Parchis, los cuales, agregados a las ediciones normales de los diarios, repercutieron en un aumento de las ventas de 11 mil ejemplares en el primer caso y de 7 mil en el segundo. Y hace ya más de 50 años, el día de mayor tiraje de El Diario de la noche, el último de los grandes vespertinos del Uruguay, alcanzando decenas de miles ejemplares, coincidía no con un buen editorial sino con la publicación de una historieta de gran éxito en aquel entonces.
Creo que siempre existieron estas perplejidades, contrastes y desafíos. Sorprendente cuando recién se toma contacto con esas realidades, pero en modo alguno deben actuar como elementos paralizantes. No hay lugar al desánimo, sino a la imaginación. Sin desconocer los avances de la tecnología, ni ignorar las tendencias modernas o el gusto preferente de las grandes mayorías, todos estos factores deben actuar como promotores de una gran apuesta a la calidad periodística, a los valores, a la línea editorial independiente, al compromiso con el país y la ciudadanía, a la mejor información, a la excelencia y variedad en los contenidos, a las primicias, a las crónicas de interés, a los trabajos de investigación, a entrevistas profundas y columnas con fundamento; y todo con claridad, concisión, estilo propio, amenidad, distinción gráfica y diagramación acordes a estos tiempos.
¿Fácil? Por supuesto que no. Como casi todas las cosas que en rigor valen la pena, se trata de un camino plagado de dificultades. Bien lo saben quienes hoy lo recorren, con sacrificio, luchando contra las finanzas y contra una competencia no siempre leal. Hay que tener una fuerte vocación y mucha determinación para ser empresario periodístico. Los desafíos que enfrentan los buenos medios de prensa, necesarios para una sociedad que aspire a ser auténticamente democrática, lealmente informada, orientada de buena fe, convocan a no renunciar, a no replegarse, a no bajar los brazos. Ante tanta oscuridad y confusión la apuesta irrenunciable de la prensa es, debe ser, por la calidad periodística, por la buena información. Ese es su aporte insustituible a la comunidad, la cual tiene el derecho, y aunque no siempre sea consciente de ello, también el deber de estar bien informada. De esto tenemos que estar convencidos, con voluntad inquebrantable, para convencer a los demás. Si ello es así, por doloroso que pueda ser el impacto de algunos contrastes, los desencuentros no durarán para siempre.
Víctor Hugo Morales, en un encuentro con Joaquín Morales Solá propiciado por la revista Noticias de Buenos Aires para analizar la controvertida ley de medios impulsada por el gobierno argentino, relató una experiencia personal que le causó “un tremendo impacto”. Encontrándose en Necochea, en una reunión a la que asistieron 900 personas para hablar sobre el tema de la prensa, Víctor Hugo les pidió a los asistentes que levantaran la mano aquellos que leían diarios; dolorosamente para nosotros, dijo el periodista, solo levantaron la mano 9 personas. Y esto en un país con periódicos como La Nación, Clarín, Ámbito Financiero y Perfil. Luego pidió que levantaran la mano los que veían el programa de televisión “Fútbol para todos”, impulsado por el gobierno de los Kirchner, y las 900 personas presentes subieron sus manos.
Es fácil comprender lo que sintió Víctor Hugo Morales. Pero ello no hace más que confirmar a la televisión como el medio masivo por excelencia, muy por encima de la radio y de los medios escritos. A su vez, en términos de contenidos, la anécdota nos reitera la preferencia popular por el fútbol, un formidable entretenimiento – a la vista está el éxito de audiencia del mundial de Sudáfrica -, y su preeminencia sobre otros contenidos de mayor profundidad o importancia para la convivencia social o la institucionalidad democrática y republicana, pero sin duda de una mayor complejidad y aridez, como pueden serlo la economía, la educación, la producción, la agropecuaria y las exportaciones, los derechos constitucionales, la soberanía marítima, la cultura, o la impostergable necesidad de regular y poner límites al accionar sindical.
Hace mas de 25 años, siendo director de La Mañana y El Diario, tuve el gusto de publicar un brillante trabajo de otro Morales, de Franklin, un excelente periodista y reconocido experto en fútbol, que había obtenido el primer premio, la medalla de oro, en un concurso a nivel mundial, con miles de participantes, convocado por el Comité Olímpico Internacional, nada menos que sobre la influencia del deporte en la educación de los pueblos. Esa edición del diario, de esa notable manera jerarquizada gracias al aporte de Franklin Morales, tuvo una repercusión acotada a un incremento de centenares de ejemplares. Fue una enorme decepción. Pero lo más fuerte de aquella experiencia estaba por venir. Y llegó de la mano de sendos posters de los grupos musicales para niños conocidos como Menudo y Los Parchis, los cuales, agregados a las ediciones normales de los diarios, repercutieron en un aumento de las ventas de 11 mil ejemplares en el primer caso y de 7 mil en el segundo. Y hace ya más de 50 años, el día de mayor tiraje de El Diario de la noche, el último de los grandes vespertinos del Uruguay, alcanzando decenas de miles ejemplares, coincidía no con un buen editorial sino con la publicación de una historieta de gran éxito en aquel entonces.
Creo que siempre existieron estas perplejidades, contrastes y desafíos. Sorprendente cuando recién se toma contacto con esas realidades, pero en modo alguno deben actuar como elementos paralizantes. No hay lugar al desánimo, sino a la imaginación. Sin desconocer los avances de la tecnología, ni ignorar las tendencias modernas o el gusto preferente de las grandes mayorías, todos estos factores deben actuar como promotores de una gran apuesta a la calidad periodística, a los valores, a la línea editorial independiente, al compromiso con el país y la ciudadanía, a la mejor información, a la excelencia y variedad en los contenidos, a las primicias, a las crónicas de interés, a los trabajos de investigación, a entrevistas profundas y columnas con fundamento; y todo con claridad, concisión, estilo propio, amenidad, distinción gráfica y diagramación acordes a estos tiempos.
¿Fácil? Por supuesto que no. Como casi todas las cosas que en rigor valen la pena, se trata de un camino plagado de dificultades. Bien lo saben quienes hoy lo recorren, con sacrificio, luchando contra las finanzas y contra una competencia no siempre leal. Hay que tener una fuerte vocación y mucha determinación para ser empresario periodístico. Los desafíos que enfrentan los buenos medios de prensa, necesarios para una sociedad que aspire a ser auténticamente democrática, lealmente informada, orientada de buena fe, convocan a no renunciar, a no replegarse, a no bajar los brazos. Ante tanta oscuridad y confusión la apuesta irrenunciable de la prensa es, debe ser, por la calidad periodística, por la buena información. Ese es su aporte insustituible a la comunidad, la cual tiene el derecho, y aunque no siempre sea consciente de ello, también el deber de estar bien informada. De esto tenemos que estar convencidos, con voluntad inquebrantable, para convencer a los demás. Si ello es así, por doloroso que pueda ser el impacto de algunos contrastes, los desencuentros no durarán para siempre.
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