SI PIERDE BIANCHI, PERDEMOS TODOS

Dr. Eduardo Héguy Terra

La lucha que libra Graciela Bianchi, directora del Liceo Bauza, cuyo nombre evoca al historiador, político, docente e intelectual católico don Francisco Bauzá (1849-1899), convoca a la reflexión y también a la solidaridad. Graciela Bianchi, quien se declara votante del Frente Amplio, paradójicamente se encuentra enfrentada a las autoridades de la enseñanza sobre cómo encarar la gestión educativa y, más recientemente, también ha recibido cuestionamientos del ministro del Interior por diferencia de enfoques respecto a la inseguridad en la entrada del liceo y sus alrededores.
La semana pasada la directora Bianchi, quien hasta no hace mucho ocupó cargos de confianza de la presente administración y que adquirió notoriedad por sus denuncias sobre la grave situación del sistema educativo uruguayo, protagonizó involuntariamente un insólito episodio, que no hizo mas que incrementar, hasta límites insospechados, el dislate de esa larga cadena de desaciertos e incompetencia que, desde hace ya demasiado tiempo, se abate sobre la castigada enseñanza de nuestro país.
Nada menos que el director general del ministerio de Educación y Cultura, Pablo Alvarez, subió a internet, vaya a saber con qué extrañas motivaciones y propósitos, un video grabado en forma oculta por algún alumno del liceo Bauzá, que muestra una reunión en el despacho de la dirección, entre la directora Graciela Bianchi y un pequeño grupo de estudiantes. En esas breves imágenes aparece la máxima autoridad del liceo exigiendo, enérgicamente, el debido respeto a su edad e investidura. Lo impresionante de este episodio radica por supuesto en la por lo menos irresponsable actitud del director general del ministerio, que llevó a la subsecretaria María Simón a aclarar que el mencionado jerarca actuó a título personal y no en representación de esa secretaría de Estado. Pero también, y sobre todo, causa perplejidad que quien utilizó el vídeo creyó que perjudicaba a la directora Bianchi, cuando su contenido no hace otra cosa que resaltar y subrayar el acierto de su actitud y prédica ante los alumnos. Un acierto más, debe decirse, de esa cruzada en favor de mejorar la enseñanza pública en nuestro país que la tiene como visible, valiente y vulnerable protagonista. Es para mí evidente que, quien quiso perjudicarla con la difusión del vídeo, muy por el contrario la benefició. Pero también demostró, al hacerlo, que lejos está ese funcionario de los criterios educativos y del nivel que se requieren para ocupar cargos de tanta jerarquía ministerial. Por ese camino ¿a dónde vamos a parar?
¿De qué se le acusa a Graciela Bianchi? ¿De pensar distinto o de expresarlo públicamente? La directora del Bauzá está a favor de que los estudiantes estudien seriamente, que se eleven los niveles de exigencia, que se apueste a la excelencia educativa, que no se facilite el pasaje de grado a quienes no lo merecen, que las ausencias se contabilicen como faltas, porque lo son, que los buenos estudiantes sean premiados y los malos reciban las ayudas que se requieren para mejorar su rendimiento y que todos se vistan con decoro. Cuesta creer que alguien pueda ser atacado por defender la enseñanza y hacerlo con criterios y argumentos avalados por la razón y la experiencia.
Ya no se trata solo de que las ya famosas pruebas Pisa nos den un bajo puntaje, o que la mitad de los liceales no alcancen el nivel suficiente en matemáticas, ciencias y lectura, se trata de que algunos jerarcas parecen más inclinados a suprimir las pruebas que a tomar las medidas necesarias para mejorar. O no saben cómo hacerlo o, vaya a saber porqué, no quieren hacerlo. Pues bien señores, la directora Bianchi sabe y quiere. Entonces ¿Por qué no escucharla?
De todos estos episodios y de varios meses de enfrentamientos y cuestionamientos recíprocos, pueden extraerse algunas conclusiones, naturalmente provisorias. En primer lugar, parece evidente que no se respeta como es debido a la dirección de un liceo que nuclea nada menos que alrededor de tres mil estudiantes y a cerca de seiscientos docentes. Un liceo, debe decirse, que ocupa un lugar privilegiado en el Prado y que constituye un referente para miles de familias uruguayas, que quieren la mejor educación para sus hijos. No quieren drogas, ni alcohol, ni patotas, ni violencia, ni vagancia. Quieren, me parece, lo que Bianchi lucha por ofrecerles, que no es otra cosa que una buena educación, respeto, valores, conocimientos, formación y, como consecuencia de todo ello, un horizonte esperanzador, para que sus vidas crezcan y se desarrollen en el buen camino. Ni más ni menos lo que hemos querido todos quienes, vocacionalmente, hemos ejercido la docencia, no importa en qué nivel.
De ahí que, como consecuencia evidente de todo lo expresado, surge la convicción de que debemos apoyar a Graciela Bianchi. Todos quienes en verdad queremos una mejora en la enseñanza, no solo no podemos dejarla sola en una lucha desigual, sino que debemos hacerle sentir nuestra estima por su prédica y respaldo por su valentía. No creo exagerar si digo que hay una sensación general bien fundada de que, tal como están las cosas en la enseñanza pública, si pierde Bianchi, perdemos todos.

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