APORTE A LA ÉTICA PERIODISTICA
Dr. Eduardo Heguy Terra
Cuando se habla de la ética en el periodismo o, mas precisamente, de las importantes responsabilidades éticas y deontologicas de los comunicadores, o cuando decimos que las jurídicas, con ser importantes, no son las principales obligaciones de un medio masivo de comunicación, algunos pueden pensar que se esta ante una temática excesivamente teórica y ajena. Y, sin embargo, es todo lo contrario, pues la proyección de lo ético y la trascendencia de lo deontológico sobre la práctica periodística son en verdad enormes.
Como es bien sabido, los conocimientos pueden aplicarse a finalidades muy diversas y aun opuestas a la natural. Así, un jurista destacado puede utilizar sus conocimientos para delinquir o para asistir a quienes delinquen; un medico puede emplear sus habilidades técnicas para matar; tanto como un ingeniero puede aplicar su técnica a volar un edificio o destruir un puente. Del mismo modo un editor puede emplear sus recursos tanto para imprimir la Biblia como para divulgar pornografía. En todos estos casos la falla no esta en el saber, sino en la finalidad perseguida; y esa falla o desviación en la finalidad vicia totalmente, desde el punto de vista ético, tanto la actividad como el conocimiento.
Ha habido casos paradigmáticos de fallas éticas en el periodismo. Uno de ellos tuvo lugar cuando el Sun de Nueva York publico, en 1835, una serie de notas de un tal Richard Adams Locke, enviadas desde Ciudad del Cabo, informando que un astrónomo había descubierto que la luna estaba poblada por murciélagos. La historia, muy bien escrita, era como es obvio totalmente falsa. La falla no estuvo en la técnica periodística, sino en la ética. Mas recientemente, en 1982, Le Figaro de Paris tuvo que desmentir la leyenda de una fotografía en la cual se describían las imágenes como “una masacre de indios miskitos anticastristas, llevada a cabo por socialistas marxistas de Nicaragua”, cuando en realidad se trataba de personal de la Cruz Roja, quemando cadáveres de la guerra. Un autentico papelón. Y en los EEUU no han faltado quienes han tenido que devolver premios a la excelencia por haber inventado historias de vida.
La ética, lejos de ser algo meramente teórico o abstracto, es una materia que les da sentido y dirección a todas las actividades y profesiones. Y, desde luego, también al periodismo, donde, por fortuna, no faltan los buenos referentes doctrinarios. Allí están, como claras referencias a los deberes del periodista, el Dodecálogo de Camilo José Cela, el Periodismo Virtuoso del profesor estadounidense John Merril y las contundentes referencias a los postulados del periodismo decente elaboradas por Claudio Paolillo.
Reforcemos lo ya dicho con un ejemplo de vida, el de un profesional que nos es cercano, familiar, uruguayo, nuestro. Tal el caso de Víctor Hugo Morales. Locutor y relator deportivo de extraordinario éxito, referente para toda una generación, pero también periodista general, conductor de programas diarios de radio y de televisión dedicados a la información de actualidad. A los fines de nuestra referencia ética y deontológica lo recordamos como quien, en reiteradas oportunidades, afirmo que el periodismo – todo tipo de periodismo – “exige una actitud visceral, ética, de fiscalia, de control de conductas”, puesto que “el periodista es un fiscal que actúa en nombre de la gente.” Acudimos al Víctor Hugo cuyas convicciones sobre la ética periodística, lejos de impedirle triunfar, a lo largo de su carrera se proyectan en varios planos y dimensiones. En primer lugar, hacia el protagonista de la actividad publica de que se trate, con el cual debe mantenerse “distancia total”, para tener independencia de criterio. Por ello no puede aceptar absolutamente nada de una persona que va a ser objeto de juicio o de crítica en algún momento; y, probablemente por la misma razón, piensa que hasta el elogio recibido debilita y compromete. En segundo lugar, actitud ética hacia el destinatario de la comunicación periodística, ya sea oyente, lector o televidente, pues lo ético es no deberse a nadie mas que a el, y saber ganarse la imprescindible credibilidad. Y, finalmente, actitud ética hacia uno mismo, pues es necesaria la superación, el permanente esfuerzo para ser mejores y para darle un mejor producto a la gente, que los ayude a pensar mas y mejor. Esta forma ética de pensar y su reconocida independencia de criterio provocaron el levantamiento de su programa Desayunos, en canal 7 de Buenos Aires, por parte del gobierno de Kirchner. Testimonios de compromiso personal con los valores, como este que hoy recordamos, le dan vida y sentido practico a la ética. Constituyen referencias cercanas y creíbles de un periodismo con un profundo sentido de la responsabilidad social y cultural de la comunicación. Como debe ser. Como puede ser.
Cuando se habla de la ética en el periodismo o, mas precisamente, de las importantes responsabilidades éticas y deontologicas de los comunicadores, o cuando decimos que las jurídicas, con ser importantes, no son las principales obligaciones de un medio masivo de comunicación, algunos pueden pensar que se esta ante una temática excesivamente teórica y ajena. Y, sin embargo, es todo lo contrario, pues la proyección de lo ético y la trascendencia de lo deontológico sobre la práctica periodística son en verdad enormes.
Como es bien sabido, los conocimientos pueden aplicarse a finalidades muy diversas y aun opuestas a la natural. Así, un jurista destacado puede utilizar sus conocimientos para delinquir o para asistir a quienes delinquen; un medico puede emplear sus habilidades técnicas para matar; tanto como un ingeniero puede aplicar su técnica a volar un edificio o destruir un puente. Del mismo modo un editor puede emplear sus recursos tanto para imprimir la Biblia como para divulgar pornografía. En todos estos casos la falla no esta en el saber, sino en la finalidad perseguida; y esa falla o desviación en la finalidad vicia totalmente, desde el punto de vista ético, tanto la actividad como el conocimiento.
Ha habido casos paradigmáticos de fallas éticas en el periodismo. Uno de ellos tuvo lugar cuando el Sun de Nueva York publico, en 1835, una serie de notas de un tal Richard Adams Locke, enviadas desde Ciudad del Cabo, informando que un astrónomo había descubierto que la luna estaba poblada por murciélagos. La historia, muy bien escrita, era como es obvio totalmente falsa. La falla no estuvo en la técnica periodística, sino en la ética. Mas recientemente, en 1982, Le Figaro de Paris tuvo que desmentir la leyenda de una fotografía en la cual se describían las imágenes como “una masacre de indios miskitos anticastristas, llevada a cabo por socialistas marxistas de Nicaragua”, cuando en realidad se trataba de personal de la Cruz Roja, quemando cadáveres de la guerra. Un autentico papelón. Y en los EEUU no han faltado quienes han tenido que devolver premios a la excelencia por haber inventado historias de vida.
La ética, lejos de ser algo meramente teórico o abstracto, es una materia que les da sentido y dirección a todas las actividades y profesiones. Y, desde luego, también al periodismo, donde, por fortuna, no faltan los buenos referentes doctrinarios. Allí están, como claras referencias a los deberes del periodista, el Dodecálogo de Camilo José Cela, el Periodismo Virtuoso del profesor estadounidense John Merril y las contundentes referencias a los postulados del periodismo decente elaboradas por Claudio Paolillo.
Reforcemos lo ya dicho con un ejemplo de vida, el de un profesional que nos es cercano, familiar, uruguayo, nuestro. Tal el caso de Víctor Hugo Morales. Locutor y relator deportivo de extraordinario éxito, referente para toda una generación, pero también periodista general, conductor de programas diarios de radio y de televisión dedicados a la información de actualidad. A los fines de nuestra referencia ética y deontológica lo recordamos como quien, en reiteradas oportunidades, afirmo que el periodismo – todo tipo de periodismo – “exige una actitud visceral, ética, de fiscalia, de control de conductas”, puesto que “el periodista es un fiscal que actúa en nombre de la gente.” Acudimos al Víctor Hugo cuyas convicciones sobre la ética periodística, lejos de impedirle triunfar, a lo largo de su carrera se proyectan en varios planos y dimensiones. En primer lugar, hacia el protagonista de la actividad publica de que se trate, con el cual debe mantenerse “distancia total”, para tener independencia de criterio. Por ello no puede aceptar absolutamente nada de una persona que va a ser objeto de juicio o de crítica en algún momento; y, probablemente por la misma razón, piensa que hasta el elogio recibido debilita y compromete. En segundo lugar, actitud ética hacia el destinatario de la comunicación periodística, ya sea oyente, lector o televidente, pues lo ético es no deberse a nadie mas que a el, y saber ganarse la imprescindible credibilidad. Y, finalmente, actitud ética hacia uno mismo, pues es necesaria la superación, el permanente esfuerzo para ser mejores y para darle un mejor producto a la gente, que los ayude a pensar mas y mejor. Esta forma ética de pensar y su reconocida independencia de criterio provocaron el levantamiento de su programa Desayunos, en canal 7 de Buenos Aires, por parte del gobierno de Kirchner. Testimonios de compromiso personal con los valores, como este que hoy recordamos, le dan vida y sentido practico a la ética. Constituyen referencias cercanas y creíbles de un periodismo con un profundo sentido de la responsabilidad social y cultural de la comunicación. Como debe ser. Como puede ser.
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