ESENCIAS Y APARIENCIAS

Dr. Eduardo Heguy Terra

En la Argentina, Néstor y Cristina Kirchner, enfrentados duramente al campo por la firme resistencia de este al desmedido incremento de las retenciones a la venta de ciertos productos agrícolas, resuelven enviar al Congreso de la Nación la resolución cuestionada. Cualquier observador desprevenido podría pensar que se trata de una medida acertada, prudente y democrática, tendente a resolver el conflicto y terminar con los enfrentamientos que tanto daño le está haciendo al país entero. Pero no es así. Los Kirchner no permiten que los legisladores argentinos resuelvan por si mismos, según su leal saber y entender; ni admite que, en dialogo con todos los sectores involucrados, el Congreso, presidido por el vicepresidente y ex gobernador Julio Cobos, pueda encontrar las mejores soluciones. Esta a la vista que el Poder Ejecutivo solo paso el tema al Congreso para adornar su posición, no para mejorarla. Operando en forma automática las mayorías que el kirchnerismo tiene en ambas cámaras, debían aprobarlo a tapas cerradas. Sin debate, sin análisis, sin negociaciones ni consultas. Este sometimiento del poder legislativo, las amenazas, el humillante papel de mera homologación, no es digno para las instituciones representativas. Por ello debe ser denunciado, tal como lo vienen haciendo dirigentes gremiales y políticos de la Argentina, así como la prensa, a través de los prestigiosos columnistas de La Nación, Joaquín Morales Sola y Mariano Grondona, el doctor Nelson Castro, Jorge Fontevecchia o Jorge Lanata.

Este problema nos concierne a los uruguayos, en más de un sentido. Tiene proyecciones en lo económico, pero también en lo político. Porque pese a las enormes diferencias con nuestra realidad, también hay algunas inocultables similitudes. Aquí el partido de gobierno, al igual que en la Argentina, es de izquierda y además tiene mayoría en ambas cámaras legislativas. También aquí, en nuestro país, no han sido pocas las veces en las que, lejos de discutir abierta y democráticamente los temas, dando espacio para que los argumentos de la oposición puedan hacer variar o al menos matizar los proyectos del poder Ejecutivo, estos se han impuesto a las minorías. Y las consecuencias no son buenas. Por ejemplo, si la reforma tributaria se hubiera negociado con la oposición, probablemente se hubiera evitado la instancia de inconstitucionalidad del IRPF ¿Hace falta decir que de esa forma el funcionamiento democrático de las instituciones se resiente y que la mitad del país que no voto al actual gobierno es ignorada y postergada? Las proyecciones hacia el futuro de ese estilo de gobernar, son tremendas. Ocurre que la esencia de la idea democrática no siempre es bien entendida. Pasa en la Argentina y pasa acá. No cabe duda que el prestigio del ser democrático es muy grande, lo cual explica los esfuerzos de muchos por parecerlo. Pero no es lo mismo ser que parecer.

Tampoco es lo mismo esencia que apariencia. En tal sentido, obsérvese lo que puede ocurrir con el manejo de los nombres que pueden integrar la formula presidencial del Frente Amplio para las elecciones del año próximo. El ministro Danilo Astori, por un lado, y senador José Mujica, por el otro. Parecidos, pero bien distintos. Pese a que el MPP es mayoría, los promotores de la formula quieren que la encabece Astori. ¿Cuál es la estrategia? Consideran que el Frente Amplio tiene que conquistar votos de centro,- que serán decisivos -, porque los votos de izquierda ya los tiene todos. A esos efectos, dicen, luce mejor la figura de Astori. No es casualidad que sea el candidato que prefiere el presidente Tabare Vázquez.

Pero, en ese caso, es imprescindible considerar, cuidadosamente, el programa del Frente Amplio. Saber lo que harán si ganan otra vez. Ese es el punto fundamental que deben conocer los ciudadanos, empezando por los frenteamplistas, el proyecto que los compromete, la verdad de lo que llevaran adelante. No sea cosa que la imagen, la apariencia, la fachada sea de centro izquierda pero, una vez conquistado el poder, se produzca el giro hacia una izquierda marxista, más del agrado de comunistas y tupamaros. Si eso llegara a ocurrir, los astutos manipuladores de opinión pública, para quienes el fin justifica los medios, lograrían su objetivo.

Por fortuna, esa maniobra aun no se ha llevado a cabo y puede evitarse. ¿Cómo? Los políticos, haciendo que las apariencias coincidan con las esencias. La prensa,- tal como se esta haciendo hoy en la Argentina de los Kirchner-, informando cabalmente sobre las propuestas políticas, recordando que lo que importa es la verdad de las ideas y los programas, que no los fuegos de artificio ni las mascaras. Y, por sobre todo, insistiendo en que no hay democracia posible sin ciudadanos bien informados. Esta es la responsabilidad.

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