VIABILIDAD: ¿CONFIANZA EN BAJA?

Eduardo Heguy Terra


Hizo bien Tomas Linn en plantear, a través de su columna en Búsqueda, la sustancial cuestión de la viabilidad de nuestro país. El intenso debate que se entablo en los periódicos a partir de entonces, con la participación de connotados intelectuales, pone de relieve, una vez más, esta fundamental función de la prensa: promover el libre y fermental intercambio de ideas y puntos de vista diferentes.

¿Es viable el Uruguay? Me adelanto a decir que comparto el sentimiento patriótico expresado con vehemencia por Gonzalo Aguirre Ramírez. Debemos ser concientes de las enormes dificultades que tuvo nuestro país para nacer, crecer y consolidarse como republica independiente, con todos los atributos jurídicos de un Estado, así como de los elementos históricos y sociológicos que le otorgan perfiles propios e intransferibles. Pero hoy, los uruguayos, ¿creemos en la viabilidad de nuestro país o, por el contrario, pensamos que finalmente, por nuestra debilidad e imperio de las circunstancias, seremos, como apéndice geográfico, absorbidos por el Brasil o, por destino de provincia, por la Argentina? Si la nación es, como lo expreso Renan, un plebiscito cotidiano, no tengo dudas que la voluntad de la abrumadora mayoría de los uruguayos es la de ser y permanecer, orgullosamente, como entidad independiente. Obviamente, cada vez que un compatriota se va, -y son jóvenes y son miles-, es un voto en contra. ¿Lo es también el doble pasaporte, tan común en nuestros días?

Antes país de inmigrantes, hoy de emigrantes, la cuestión no es solamente si queremos un país viable, mas nuestro, sino lo que estamos haciendo como comunidad para que en verdad lo sea. En el mundo empresarial uruguayo, por ejemplo, la confianza parece estar en baja. Pronto no quedaran bancos privados nacionales; la gestión de Pluna – y pronto la de AFE - es asumida por capitales extranjeros; la terminal de contenedores es administrada por una empresa belga; se considera que recientemente mas de 5 millones de hectáreas cambiaron de titular; empresas agroindustriales emblemáticas como Saman y varios frigoríficos, entre ellos el Tacuarembo, fueron adquiridos por capitales brasileños. El banco Itau y Petrobrás integran ese proceso que señalamos. El grupo mexicano Bimbo es propietario del Maestro Cubano, Sorchantes y Pan Catalán. Los más importantes emprendimientos forestales son llevados adelante por empresas finlandesas, norteamericanas y españolas. Llegan neocelandeses para instalar tambos. Disco, Geant y Salus con capitales franceses. Se vendió Devoto. El Conrad, -como los mejores hoteles de Montevideo-, es de extranjeros y la propia Punta del Este no se explica sin el constante flujo de capitales argentinos. Muchos de los programas de mas éxito en televisión son del exterior, como la casi totalidad del cine y del contenido de la televisión por cable que consumimos. No hay ninguna empresa privada de telefonía celular que sea de capitales nacionales. Y ni que hablar de todo lo que no fabricamos, - autos, aviones, barcos de tonelaje significativo, maquinaria -; de la invasión de productos chinos, del pan argentino, los tallarines italianos o los vinos de la mas variada procedencia, que se acumulan en las góndolas de los supermercados. La presencia argentina, además, se extiende al aeropuerto de Carrasco, el transporte fluvial hacia Buenos Aires y el hipódromo de Maronas. ¿Cuántos de ellos conocen nuestra historia y tradiciones, la letra del himno o el significado de nuestro escudo?

¿Globalización? ¿Integración? ¿Falta de confianza de los empresarios uruguayos en el futuro? A la vista de este proceso en el ámbito empresarial, cuando se habla de viabilidad ¿de que estamos hablando? ¿El país de las zonas francas y los free shops? ¿El de la asfixiante carga tributaria, la burocracia esclerosada y el peso agobiante de un Estado que, como el gasto publico, crece sin cesar? ¿El del sindicalismo clasista, que considera a los empresarios como enemigos? ¿El de las ocupaciones y violaciones al derecho de propiedad? ¿El de los carros de basura? ¿El de la delincuencia y la marginalidad? ¿El de la enseñanza publica empantanada, con egresos en secundaria que no alcanzan al 40 por ciento?

No lograremos un Uruguay viable, prospero y socialmente mas justo, sin convicciones firmes, mucho esfuerzo de todos,- también de los medios-, un proyecto de país y grandes objetivos nacionales. Y, desde luego, líderes con autoridad moral e intelectual, -en ese orden-, que respeten nuestra historia, reafirmen nuestra identidad, sepan mostrarnos el porvenir, hacernos creer en nosotros mismos, asimilar lo bueno que viene de fuera y conducirnos a un mejor destino. Si ello es así, entonces el Uruguay es viable. Probablemente un Uruguay diferente al que hoy conocemos, en permanente cambio, transformado. Pero, en sus esencias y raíces, jamás ajeno.

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