CARCELES: COSA JUZGADA

Hace unos días Le Figaro y The Times informaron que en Francia y Gran Bretaña, ante el problema de superpoblación de los establecimientos penitenciarios, las autoridades resolvieron construir más cárceles, para albergar a los presos en condiciones adecuadas a la dignidad humana. Esta solucion en el Uruguay es tema de discusion. Es que aquí no se estila construir más cárceles. Aquí, para resolver el hacinamiento en las carceles, con diferentes gobiernos, incluido el actual, se recurre a otros mecanismos. Los resultados, en materia de seguridad, están a la vista.

La flamante ministra del Interior, la socialista Daisy Tourne, ha optado por seguir la peor tradición en esta materia. Agotado el mecanismo de la masiva liberación anticipada, que puso en practica su predecesor, pretende resolver el grave problema echandole la culpa a otros. En este caso atacando los criterios aplicados por los jueces.

En efecto, cuando la ministra pretende que se disminuya el numero de presos por vía judicial, reclamandole a los magistrados que “se pongan las pilas” y dejen de procesar por motivos menores comete, seguramente sin saberlo, cuatro graves errores. El primero, lamentable, desconociendo el caso concreto que tomo como ejemplo, ya que no se trataba de un simple hurto de alfajores. El segundo, igualmente lamentable, el desconocimiento de que las cifras de procesamiento sin prisión son cercanas al 70 por ciento del total de los decretados en el ultimo periodo. Y el tercer error, que puede condicionar toda la gestión, es no darse cuenta que la solución corresponde a su ministerio, a los recursos que ella consiga, en construir mas cárceles; y que nada pueden hacer los jueces para ayudarla en esa tarea. El cuarto error, -a nuestro juicio el peor de todos, porque conlleva falta de respeto institucional-, fue el pretender dictarle normas a los magistrados, miembros de un poder del Estado independiente. Es demasiado importante el ministerio del interior para que estas macanas se reputen como intrascendentes. El destrato al Poder Judicial es muy grave, cualquiera sea el criterio que se adopte. Merecedor de aclaraciones y disculpas que, hasta donde sabemos, aun no se han producido.

La Asociación de Magistrados le contesto a la ministra. Y lo hizo con argumentos lapidarios y gran altura. Los magistrados recordaron que no hay otra solución al problema de la superoblación que la inmediata construcción de mas cárceles; y, lo mas importante, reivindicaron con firmeza el respeto que se le debe, especialmente desde los otros poderes del Estado, a la independencia del Poder Judicial que integran. Casi al mismo tiempo ministros de la Suprema Corte de Justicia se pronunciaron en el mismo sentido y la Corte como tal rechazo un nuevo intento del Ministerio del Interior para liberar a 180 reclusos en forma anticipada. No podía ser de otra manera. Hay principios, leyes, y tradiciones que defender.

El problema del sistema carcelario uruguayo tiene décadas. Se arrastra desde hace demasiado tiempo. Involucra a varios gobiernos. Equivocadamente se ha pretendido resolver el hacinamiento liberando, mas de una vez, a los presos en forma anticipada o aprobando leyes que permitan en forma cada vez más amplia el procesamiento sin prisión. Esta no es la forma de fortalecer una política de estado cuyo objetivo central sea la seguridad de los ciudadanos honestos, sus personas y sus bienes. Y tampoco es la forma de resolver la crisis locativa. Se requieren más y mejores cárceles. Para ello se deben proporcionar recursos suficientes. Porque insistir en la idea de que los delincuentes no vayan presos y en que los presos sean liberados antes de tiempo, estén o no recuperados, es ilógico, contrario a la seguridad publica, y, por ello, poco responsable.

No construir más cárceles constituye una grave omisión. A la vista esta. Seres humanos amontonados en las celdas. Nadie se atrevería a sancionar una ley penal condenando a vivir en tales condiciones. Pero ahí están, uno arriba del otro, a la vista de todos, cada vez mas alejados de una vida social normal, ante la indiferencia de un sistema que cree que los problemas se arreglan con arabescos laterales o con discursos. Ante la pasividad de una ciudadanía que, como la nuestra, resignadamente se acostumbro a tolerar lo intolerable o a juzgar las macanas de turno tan solo por el cintillo politico. Grave equivocación no darnos cuenta de que existen grandes causas nacionales, que a todos nos deberían unir en pos de un mismo objetivo. Como esta. La de las cárceles. Que la sufrimos todos.

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