LA OPINIÓN, INDEPENDIENTE DEL PODER, ES NECESARIA.

En el periodismo clásico, la información debe distinguirse claramente de la opinión. Por eso en los Estados Unidos se dice que los hechos son sagrados y las opiniones son libres. Y así debe ser, siempre. Hoy, sin embargo, frecuentemente información, show mediático y opinión se mezclan sin ton ni son; o mas bien al son del éxito fácil o del sensacionalismo. Y esto es muy negativo, pues confunde y va en directo perjuicio del destinatario de la comunicación periodística, que es titular del derecho a recibir información de calidad, así como una opinión que, analizando y contextualizando los hechos, ayude a entender mas cabalmente la compleja realidad en que vivimos.

En nuestro país es notorio que las opiniones que expresan el punto de vista editorial del medio son cada vez menos fuera de la prensa, pues las radios y la televisión han optado, salvo contadas excepciones, por evitar comprometerse editorialmente. Son comunes, en cambio, las opiniones individuales, de columnistas que firman o se identifican claramente como responsables de sus notas. Y también se observa, especialmente en la radiodifusión y en el periodismo deportivo, opiniones de periodistas que, a la vez que informan, también califican,- y hasta en los títulos -, critican y dictaminan, en ocasiones con llamativa vehemencia tratándose de profesionales. Asimismo los medios de comunicación suelen incluir las opiniones de los políticos. Son conocidos los casos de los expresidentes doctores Julio Ma. Sanguinetti, Luís Alberto Lacalle y Jorge Batlle, entre muchos otros, que han utilizado tanto la radio como la prensa para dar a conocer sus ideas y propuestas, incursionado en televisión como entrevistados. Esos casos, como es natural, no constituyen ejercicio del periodismo puro sino proyección de la actividad política, por lo que sus expresiones asumen la definida característica de propaganda, sea partidaria, sectorial y aun personal, cada cual procurando arrimar agua para su molino, y en donde todo, hasta el ocasional elogio del adversario, tiene un propósito estratégico.

Para nosotros, el periodismo integral, en un Estado de Derecho, requiere de una opinión independiente del poder político. Necesaria como expresión y garantía de libertades ciudadanas. Este es el ámbito de la responsabilidad social de los medios de comunicación masiva. Y, ante ella, resalta la importancia de la labor editorial que el profesor alemán Emile Dovifat llamo de “solicitación de opinión”, la que se efectúa por medio de la fuerza probatoria del pensamiento y de los hechos. Lo que no es fácil. Se trata, debemos decirlo, de una responsabilidad no exenta de riesgos. No se puede conformar a todos en el ejercicio independiente de la libertad de opinión. Las presiones son muchas y muy fuertes. Es posible que se moleste a importantes dirigentes, a grupos de presión, partidos políticos o gobiernos. Puede ocurrir incluso que se sufran represalias, que se calumnie la prensa, o que, aquellos incapaces de alcanzar la eficiencia en sus tareas o de dirimir sus diferencias internas, acusen a los medios uruguayos de participar en una suerte de siniestra – o mas bien diestra - conspiración para desestabilizar al gobierno. A los casos ya muy trillados del senador socialista José Korzeniak o del ministro tupamaro José Mujica, se suman ahora la ministra de salud, Maria Julia Muñoz, socialista, que conduce una de las gestiones mas resistidas de la actual administración, afirmando que existe un grupo de periodistas, al que no identifico, autodenominados el “eje del mal”, que se reúnen semanalmente y que estarían complotados para perjudicar al gobierno; y el ministro del interior, el también socialista José Díaz, quien llega a considerar un verdadero “flagelo para la democracia” la estructura “oligopolica” de la radio y la televisión, en las que, sin embargo, aparece diariamente intentando justificarse. Pero así son las cosas. Esta situación hostil nos confirma lo imprescindible de la opinión periodística independiente. Por lo que vivimos hoy, pero sobre todo por lo que vendrá.

Editorializar es, pues, formular comentarios, análisis, reflexiones; es proporcionar al destinatario, sin caer en la actitud de cátedra autoritaria, la mayor cantidad de elementos con el fin de ayudarlo a orientar su propio juicio hacia unas conclusiones fundadas. Los editoriales, al dirigirse a la opinión publica, adquieren un cierto parentesco con la predica política. Al procurar ayudar a mejor entender, tienen una indudable cercanía con lo docente. No deben imponer, sino hacer pensar, con respeto y claro sentido del compromiso ético. Mirando siempre el bien del país y lo mejor para su gente. Finalmente, recordemos que, tal como lo expreso con claridad S.S. Juan Pablo II, en el Mensaje de la XV Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, existe un compromiso básico, que alcanza a todos los comunicadores y por tanto también a los editorialistas y columnistas. Este compromiso no es otro que el de la verdad. Compromiso posible para quienes actúan con recta conciencia y recta intención.

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