LA FUERZA DE LA RADIO
La formidable fuerza cultural, política y social demostrada por la radio uruguaya merece ser recordada y subrayada. En los 90 años transcurridos desde el nacimiento de radio Paradizábal en 1922, con su transmisor General Electric, o de la convocatoria realizada ese mismo año desde sus micrófonos por José Batlle y Ordoñez a favor de la candidatura de José Serrato hasta nuestros días, la radio ha tenido un desempeño extraordinario. Incorporando mejores antenas, transmisores más potentes, receptores móviles, nuevas tecnologías, renovada programación y ágiles estructuras periodísticas, mantuvo e incrementó su vigencia.
En la inevitable comparación con la televisión la radio presenta debilidades y fortalezas. Si bien ambos medios superan la barrera del analfabetismo y logran transmitir a distancia, la televisión suma al sonido un lenguaje de imágenes a color, lo que otorga un enorme vigor a su mensaje, alcanzando grandes audiencias y condiciones insuperables para dominar el muy rentable negocio del entretenimiento. La consecuencia es nada menos que el éxito comercial y la obtención de la abrumadora mayoría de la inversión que se realiza en publicidad. En lo periodístico, con menos esfuerzo que los desplegados en prensa y radio, la televisión logra un gran impacto en la opinión pública. Todo lo cual es muy valorado por los gobiernos, los partidos políticos y los dirigentes empresariales y sindicales.
Pero esto no ha sido suficiente para desalentar a las radios, sino que, por el contrario, las obligó a potenciar sus innegables fortalezas, tanto para informar rápida y eficientemente noticias nacionales e internacionales, analizar y opinar sobre las mismas, como para entretener y acompañar a sus audiencias. La radio acentúa sus perfiles propios. Avanza con entrevistas en profundidad, periodismo de denuncia y el intercambio permanente con sus oyentes. Es sabido que los diálogos con los entrevistados pueden alcanzar una duración de muchos minutos, que ni la prensa ni la televisión pueden igualar salvo que se trate de suplementos o programas especiales.
Para realizar su labor el dial uruguayo cuenta con muy buenos periodistas. Entre ellos Fernando Marguery y Eduardo Montes de Oca en radio Rural, Ignacio Alvarez, Gerardo Sotelo y Jaime Clara en Sarandí, Jorge Traverso en Oriental, Joel Rosenberg en Océano, Emiliano Cotelo en El Espectador, Fernando Vilar en Radio Cero, Aldo Silva en Universal, Alfredo Dante en Carve o el singular Freddy Nieuchowicz Abramovich mas conocido como Petinatti, en emisora Azul FM y muchos más. Algunos con valiosa formación en el periodismo escrito, otros con experiencia en la televisión o la radio, pero todos ellos, y sus equipos de producción, muy capaces, cuando se lo proponen, de realizar informes de calidad y entrevistas no complacientes. De esas que exigen a los invitados y aportan un mayor conocimiento sobre los temas tratados y sobre la personalidad de los protagonistas. Los políticos saben bien del formidable alcance de las radios, tanto de AM como de FM, y de la fidelidad de sus audiencias, ya se trate de emisoras locales o de aquellas que llegan con su señal a todo el territorio nacional.
Si bien la prensa sigue fijando la agenda informativa e influyendo así en toda la radiodifusión, la radio, además de generar un vínculo de cercanía con el oyente, es un medio que permite una participación mas democrática, haciendo posible que por las mas diversas vías – telefónica o de soportes informáticos que a la vez la proyectan al mundo -, la gente exprese abiertamente sus problemas, necesidades y puntos de vista sobre la actualidad nacional. También la prensa y la televisión dan cabida a la participación ya sea a través del correo de los lectores de los periódicos o de testimonios breves difundidos en los informativos de los canales, pero sin alcanzar la amplitud e intensidad que logran las radios en todo el país, tanto en el hogar, como en el auto, en el trabajo o a cielo abierto. En general sin temas vedados, ni censura previa. Y esto, por más que estemos acostumbrados a disfrutarlo, constituye un ejercicio extraordinario de las libertades de expresión y comunicación del pensamiento y del derecho a la información.
Por ello es que históricamente – y buena historia es lo que le sobra a la radio uruguaya – muchos dirigentes políticos, que ocuparon altos cargos, tuvieron audiciones desde las cuales dirigirse a la ciudadanía. Hoy, sin ir más lejos, el presidente José Mujica tiene una audición semanal en la emisora privada M24. Mientras los diarios apuestan a la calidad y se adaptan a los cambios tecnológicos y la televisión demuestra ser un gran negocio, la radio, ahora digitalizada, en la que están presentes todas las tendencias,- algunas excelentes y otras francamente lamentables -, con mayor o menor cuidado del lenguaje, con o sin música, con o sin alianzas estratégicas, con o sin internet, con o sin deportes, con menos ingresos publicitarios, pero de pie y con la cabeza erguida, da batalla en el competitivo mundo de la comunicación masiva. Informando antes que nadie, acompañando y entreteniendo, opinando y permitiendo que otros opinen. Esa es la fuerza de la radio. Y su gran responsabilidad social.
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