POLITICA Y MEDIOS DE COMUNICACIÓN
Hace unos días, previo a un viaje a China y Japón, Fernando Henrique Cardoso, ex presidente de la República Federativa del Brasil y prestigioso intelectual, cuyo pensamiento trasciende fronteras geográficas e ideológicas, en una columna publicada por el diario O Globo, recordaba a un sociólogo mexicano quien afirmaba que el resultado de las elecciones en su país era en cierta forma independiente de las campañas electorales. Y ello era así por cuanto, cuando la propaganda partidaria llegaba a los medios de comunicación, ya es tarde, pues la opinión está enraizada en los electores. Estos, en los años anteriores, ya eligieron a sus héroes y determinaron quienes eran los villanos, cuyas virtudes o defectos fueron repetidos una y otra vez, sin contestación ni crítica.
Fernando Henrique no encuentra que ello sea demasiado diferente a lo que ocurre en el Brasil. Es de esa manera que se ejerce, en las modernas sociedades de masas, el control ideológico de la opinión, sea por los gobiernos, sea por los grupos dominantes en la sociedad, económicos o políticos. Aconseja no subestimar la fuerza de las verdades preestablecidas, especialmente en estos días, cuando internet permite que un sin número de opiniones divergentes circule sin que los lectores u oyentes de los grandes medios se den cuenta. Y eso no lo dice para aceptar el conformismo vigente en muchos medios de comunicación, sino para alertar. Porque finalmente, “lo que decide nuestra vida en sociedad, es la política.” Por tanto, con todos sus defectos o limitaciones, “dependemos de ella.” Y en los días que corren, sobre todo en los regímenes democráticos, no hay política sin comunicación; por tanto, hay que tomar coraje para leer todo y oír todo lo que se dice, aun cuando en ocasiones pueda tratarse de fuentes no del todo creíbles o sospechosas.
El peso de las opiniones de Cardoso, su prestigio y su experiencia, subrayan y acentúan la lógica de sus palabras. Especialmente cuando afirma que la precondición para que haya alternativas es la vigencia y el respeto de la libertad de expresión, aun cuando haya distorsiones, lo cual no excluye una lucha constante contra ellas, no para censurarlas, sino para confrontarlas con otras versiones y puntos de vista. Debe rechazarse, “por inaceptable”, cualquier tentativa de “control social de los medios”. Es preciso no perder de vista que el acceso de opiniones divergentes a los medios de comunicación, puede crear un ambiente de mayor transparencia, más favorable a la pluralidad y veracidad de la información que se difunde.
En momentos en que en el Uruguay se impulsa un proyecto oficialista que pretende regular a los medios, con distintas versiones en lo que hace a sus alcances y contenidos, estos conceptos del ex presidente del Brasil adquieren singular relevancia e incuestionable actualidad. Son consejos oportunos y saludables, de quien tiene suficiente autoridad para otorgarlos. Por eso suma su voz a quienes condenan el abuso de los gobiernos a través de las pautas publicitarias; o de la propaganda mas o menos indirecta que hacen del gobierno las empresas del estado, por más que actúen en regímenes monopólicos o cuasi monopólicos. Usando la plata de todos con fines políticos sectoriales. Los efectos nefastos del “pensamiento único” se perciben especialmente, al menos en el Brasil, en los medios locales y regionales, donde impera sin contrapunto.
Contra esos vicios de la información y de la falta de autenticidad y veracidad de la misma, se levanta la voz crítica de los medios independientes. Estos lo hacen a través de sus periodistas, reporteros, investigadores, editorialistas, columnistas y aun “de los propietarios que tienen el coraje de exponer sus opiniones”. Y esto por supuesto que molesta al poder en el gobierno. Y es precisamente contra esos medios y periodistas que los dueños del poder político actúan. Por ello con frecuencia denuncian que es la prensa la que hace el papel de la oposición. Y hasta cierto punto esto es verdad. Pero veamos el porqué.
Ese papel que desempeñan algunos medios se da mas por defecto o deficiencia o inacción de los partidos de la oposición, “cuyas voces se pierden en los corredores de los parlamentos”, que por deseo de protagonismo de los medios críticos. Claro que hay excepciones y no faltan los periodistas o los medios que actúan con afán de protagonismo. Tampoco son siempre auténticos los políticos que se postulan para servir al pueblo con desinterés y patriotismo. Pero cuántas veces hemos escuchado decir que las voces de la oposición no se hacen sentir con el rigor que muchos esperan de ella.
En los países europeos o en los Estados Unidos, señala Cardoso, por mas que haya partidarismo en los medios de comunicación, siempre hay espacio para otros puntos de vista y aun para el contrapunto. Y eso ocurre tanto cuando habla el primer ministro Cameron, como cuando lo hace el presidente Obama en su presentación anual ante Congreso. La voz de la oposición siempre es transmitida. Como debe ser. Pero lo fundamental, en todo caso, es que haya voces de la oposición “con peso suficiente para ser oídas y hacerse respetar.” Es imposible no coincidir con estos criterios. Ojalá sirvan de advertencia y ayuden a reflexionar.
Comentarios