¿EL FUTBOL TOCO FONDO?

Dr. EDUARDO HÉGUY TERRA


El futbol es pasión de multitudes. Pero también es  un formidable espectáculo y un gran negocio, de enorme valor para los medios de comunicación y muy especialmente para las empresas de  televisión local e internacional. Ello explica los contratos millonarios por los derechos de transmisión de los diversos campeonatos, así como las sumas asombrosas que se pagan por la transferencia de los mejores jugadores. 
Pero el futbol es también,  y  fundamentalmente, un deporte.  Y el deporte, por su propia esencia, convoca a la nobleza, al esfuerzo generoso, a la competencia leal, al respeto por el otro, a la aceptación de las reglas, al  juego limpio.  Por eso el deporte ha sido considerado desde siempre como un extraordinario aporte a la formación de los jóvenes, no tan solo en su desarrollo físico y psíquico, sino en espíritu y en valores; y es por eso que  ha sido incorporado en numerosas instituciones de enseñanza, no solo en nuestro país sino a lo largo y a lo ancho del mundo civilizado. El deporte también está llamado a ser un punto de referencia para la sociedad toda, un lugar desde el cual se emitan señales de buena convivencia, de actitudes civilizadas, de honestidad social, de respeto a la autoridad y al prójimo.  Un estadio es un aula gigantesca, en la que se proyectan  buenas o malas conductas,  amplificadas por la televisión.  
En la imagen que nos muestra hoy el futbol profesional en nuestro país no se advierte un especial cuidado por estos conceptos. Digamos que es más bien  una caricatura muy alejada del espíritu olímpico. Desde la propia cancha, en la que se ha generalizado la viveza, por ejemplo fingiendo infracciones inexistentes o exagerando sus consecuencias,  para engañar al juez, hasta la falta de respeto y la protesta permanente ante cualquier fallo arbitral,- conducta inconcebible en otros deportes, como el rugby -  pasando por las riñas entre jugadores, y hasta la agresión contra agentes de policía, todo ha ocurrido. Sin mayores consecuencias, ni correctivos. El futbol local ya no es un espejo en el cual la juventud deba mirarse. Por fortuna la selección uruguaya dirigida por el maestro Tavárez, gane o pierda, promueve otros principios y practica otras conductas, muy diferentes. ¿Por qué no tomarla como ejemplo para todos los demás?
La responsabilidad de las instituciones deportivas en todo ello es incuestionable.  ¿Cuál fue la razón para que  no se hubiera aprobado en la asamblea de clubes el reglamento FIFA? Quizá por contener sanciones para los clubes que pueden llegar hasta la pérdida de puntos. Se ha hecho en el basquetbol.  Ahora, luego de una reunión en Presidencia de la República, se ha resuelto adoptar el modelo español, el que tiene muchos condicionamientos.
También  es responsabilidad de las instituciones deportivas, de sus dirigentes, al menos en parte, el  grave deterioro que se observa en las tribunas, especialmente en aquellas ocupadas mayoritariamente por los parciales más fanáticos, los llamados barras bravas. Hemos visto cual es el accionar de estos grupos violentos.  A raíz de los últimos acontecimientos el ministerio del Interior ha dado a conocer que, escudados en  las grandes banderas desplegadas en las tribunas, se oculta el tráfico de drogas y se ejercía la prostitución durante los partidos. Impresionante. ¿Es de extrañar que concurra menos gente al futbol? ¿Sorprende que se alejen las familias?

Ahora se nos  informa que las barras bravas se disputan negocios que van desde el servicio de cuida coches en las afueras de los estadios, hasta el merchandising,  la seguridad privada, la captación de nuevos delincuentes, la droga y la prostitución. ¿Hace falta algo más para diagnosticar que el futbol profesional, financieramente casi  inviable,  padece otra grave enfermedad que lo carcome, llamada corrupción? ¿Hacen falta más pruebas para afirmar que los clubes, empezando por Peñarol  y Nacional,- tan alicaídos en lo deportivo - no han hecho todo lo que está a su alcance para desactivar esos grupos de mafiosos que se dicen hinchas?  ¿Por qué no  dar nombres e implementar el derecho de admisión? Se dice que les tienen miedo. Ahora se dictará una ley.   
En cuanto al ministerio del Interior, si bien no cabe  cuestionar sus buenas intenciones, hasta el momento, al parecer por carecer de la tecnología adecuada, no ha podido demostrar  resultados acordes a la gravedad del problema. La solución no pasa por negar la protección policial en las tribunas, que tanto la necesitan. Tampoco resuelve nada sancionar estadios – Centenario y Parque Central  - en lugar de hacerlo con los delincuentes y quienes los protegen. Hay medidas que  nada  aportan.  El presidente Mujica ha dicho que él no se mete con el futbol sino con la tribuna. ¿Qué hace entonces citando a su despacho a los presidentes de la asociación, de los clubes y de la mutual de jugadores? Los resultados están a la vista.
Como no lamentar entonces la renuncia de Sebastián Bauzá y de quienes lo acompañaron en un ciclo que en lo deportivo le dejó a Uruguay muchos logros. Solo quienes les negaron apoyo y gobernabilidad  o ven al futbol exclusivamente como un  negocio pueden estar satisfechos con su alejamiento.






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