EL REGRESO DEL DOCTOR VAZQUEZ

Dr. EDUARDO HÉGUY TERRA


A lo largo de la Historia y desde el fondo de los tiempos, la seguridad y la educación constituyeron dos de las principales preocupaciones de los seres humanos, cualquiera sea su condición u origen social. Cuanto menos floreciente sea  la situación familiar,  mayor será el empeño de sus responsables en ofrecer a sus hijos y nietos la mejor educación posible, como forma de asegurarles un buen porvenir. Y en cuanto a la seguridad de las personas y de sus bienes, ha sido uno de los principales y más poderosos  motivos para que los hombres decidieran vivir en sociedad, organizados,  protegiéndose unos a otros de la agresión de los delincuentes, que siempre hubo.
Por eso cuando se hable de la educación y de la seguridad, se impone tratarlas con el mayor respeto, seriedad y responsabilidad. Son temas que angustian y preocupan a mucha gente. De manera especial a quienes tienen menos para invertir en enseñanza privada y en seguridad. No son cuestiones livianas ni de mera especulación política, circunstancial, electoral, sino que se trata de asuntos que hacen a la vida y a la sensibilidad profunda de las personas. De ello deberían tomar nota todos los políticos y muy especialmente los candidatos a la presidencia de la república en las  elecciones nacionales de octubre. 
Se ha dicho hasta el cansancio que el sistema público de enseñanza padece graves problemas, que deben ser corregidos de inmediato. Veamos algunos hechos.  En la UTU, según informe del MEC correspondiente al 2012, se da el fracaso de un 40% en el Ciclo Básico. En tanto que en el primer nivel de Formación Profesional Básica,  ese porcentaje se eleva al 50%  en el año 2011, mientras que en Educación Media Técnica Profesional Superior es del 37%.  Un panorama nada alentador. Un panorama que antes bien convoca a todos los sectores políticos a encontrar las mejores soluciones posibles y a realizar un esfuerzo mancomunado para lograr su aplicación, más allá de  previsibles resistencias corporativas. Un panorama que hace lucir muy mal a quienes preténdan negar la realidad, manipular las estadísticas, en definitiva hacer de esta cuestión crucial un tema más de la insustancial y frustrante retórica electoral. El Uruguay, su gente, no se lo merécen .
En Enseñanza Primaria, con un total de 266. 349 alumnos, se observa un debilitamiento, ya que entre el 2004 y el 2012 registra 45 mil estudiantes matriculados menos, debido probablemente a la baja tasa de natalidad – otro tema prioritario sobre el que no se escuchan propuestas valederas – y a la mayor matrícula que registra la enseñanza privada. Si bien se observa una tasa de repetición no mayor al 6%, y en sexto año es promovido el 98,5% de los alumnos, algunos expertos, como Daniel Corbo, consideran que ello se debe en parte a la aplicación de criterios de menores exigencias. Una prueba de ello estaría dada porque, los mismos alumnos, al año siguiente, ya en Secundaria, alcanzan una tasa de repetición del 40%. ¿Incomprensible, inexplicable o inaceptable. Alguien debe explicarle a los docentes que el funcionario esta para la función y no la función para algunos funcionarios. Quien desee hacer carrera política, debe hacer méritos  desde la política y no desde  el sindicato. Terminemos con esta distorsión estructural socialmente malsana.
¿Y qué debemos decir de la grave situación que padece la seguridad pública? Veamos los datos de la realidad, los datos oficiales, no los del Observatorio de Vamos Uruguay, no los datos de los impulsores de la reforma que permita bajar la edad de imputabilidad. Los hurtos, verdadero flagelo social contra la propiedad, también un derecho constitucional, alcanzaron en el 2013  la asombrosa cifra de 97.162  hurtos. Si estimado lector, noventa y siete mil ciento sesenta y dos hurtos denunciados, por lo que seguramente son unos cuantos más. Esto hace un promedio de ocho mil hurtos por mes, es decir 270 por día.  Una barbaridad. Este estado de cosas ¿no merece ser cambiado? Casi cien mil robos por año  ¿apenas ¨una sensación térmica¨?
Según fuente oficial, en el año 2013 respecto al 2012, las rapiñas, que conllevan  violencia, aumentaron un 8,3%, llegando a las 16.686 en el año. Impresionante. Y esa suba es la tendencia de los últimos años.  Da un promedio superior a  1.300 rapiñas por mes. ¡Por mes!  Se trata de delitos gravísimos, de consecuencias imprevisibles. No debemos acostumbrarnos que el derecho humano y constitucional a la seguridad personal sea avasallado de esa manera.  

Los homicidios no disminuyen. Con una tasa de 8 cada cien mil habitantes, alcanzaron a 267 en el 2013, algunos más que en el año anterior. Pensemos en las familias de las víctimas. No es suficiente una pensión para hacer justicia. Y no es inadmisible que a un menor que asesina no a una sino a dos o más personas no se le pueda imponer una pena mayor a 5 años Nadie, de buena fe, con honesta intención y rectitud de conciencia, puede negar estos datos de la realidad. Una realidad tremenda, que no admite retórica electoralista. Una realidad que constituye un llamado desesperado a una respuesta eficaz del Estado. Una realidad que debe ser modificada. Sin  pretextos ni demoras.  Doctor Vázquez, todo esto tiene que cambiar. 

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