DESDE EL VERDUN

Dr. Eduardo Héguy Terra


Ayer se presentó en la Universidad de Montevideo el libro Desde el Verdun, cuyo autor es monseñor Jaime Fuentes, doctor en Teología, obispo de Minas desde el 16 de octubre de 2010 y presidente de la comisión Familia y Vida de la Conferencia Episcopal Uruguaya.
No muchos saben que el periodismo fue la  primera vocación de Jaime Fuentes. Se graduó en la Universidad de Navarra, en 1967. Fue profesor de Teoría de la Información, corresponsal de la revista mexicana Gente y de la española Palabra y secretario de redacción de Nuestro Tiempo. Columnista de La Mañana por varios años, fue enviado a España para cubrir el primer viaje de Juan Pablo II. En 1998 desde Cuba cubre la visita de Juan Pablo II para la radio Nuevo Tiempo, por ese entonces dirigida por Jorge Traverso. Su vocación de comunicador lo llevó a realizar varias audiciones de radio, la última de las cuales en radio Oriental.
Además de todo ello, Monseñor Fuentes es autor de cinco libros: Católicos en Uruguay (1985), es el primero de ellos,  del cual me siento muy cercano,  pues fue naciendo a través de las columnas publicadas a lo largo de los años en el diario La Mañana, del cual yo era director en ese tiempo. En 1998  publicó Cuba era una Fiesta,  testimonio de su cobertura de la visita de Juan Pablo II a las isla. En el 2001, nació Luchar por Amor, sobre San José María Escrivá de Balaguer, a quien conoció bien y de quien recibió una gran influencia. Y tres años  más tarde, en el 2004,  Todo por  medio de María. Hoy, el autor, ya como obispo de Minas,  nos ofrece su último trabajo, Desde el Verdun. Este libro,  contiene algunas de sus reflexiones publicadas en el blog  del mismo nombre, que él dirige. 
Una selección de 80 artículos, realizada con singular acierto  por la periodista Magdalena Cabrera, ordenados en seis capítulos,(Rezar siempre sirve, Cuestión de fe, Cuando Dios llama, Responder al llamado, Trabajos urgentes y Todo es poco por la familia),  constituyen el fecundo contenido de este libro tan especial. En él, a lo largo de 160 páginas, se tratan los más diversos temas. Desde la importancia de rezar y de hacerlo en familia, el regalo de la fe, el sacerdocio,  un recuerdo sobre Monseñor Mariano Soler, el diario de Etty Hillersum, la joven judía que murió en Auschwitz o un comentario de Lincoln Maiztegui sobre la Misa,-  hasta la necesidad de sacerdotes para su diócesis, la pedofilia y una desgarradora carta de Benedicto XVI dirigida a la iglesia de Irlanda, pasando por lo que sintió cuando el Nuncio Apostólico  le comunicó su designación como obispo de Minas, la visita de Juan Pablo II a nuestro país, y su encuentro con Benedicto XVI en Roma y sus certeras  palabras referidas al Uruguay: “es un país laico, es necesario sobrevivir:”. También se refiere a la ley de aborto, las uniones homosexuales, la marihuana y la disolución de la sociedad uruguaya, el drama del barrio Casavalle y la falta de apoyo del Estado a los esfuerzos educativos de la Iglesia católica. Es, como se ve, un contenido muy variado y de una riqueza doctrinaria y conceptual impresionante. Arraigado en la realidad uruguaya, con reflexiones profundas y de rigurosa actualidad, cada una de las columnas que lo integran conllevan una enseñanza, una reflexión, una experiencia, un mensaje positivo. En su conjunto nos muestran, en todo su vigor, la sabiduría y la mirada piadosa del sacerdote, no exenta de firmeza,  junto a la pluma certera del periodista. Vale la pena leerlo.
 Jaime Fuentes, como ya hemos dicho, concibe al sacerdocio y al periodismo no como vocaciones separadas sino integradas en la acción de servicio a los demás. Porque para él, el periodismo puede ser una excelente forma de evangelizar, tal como cómo lo testimonian Chesterton, André Frossard  o el español Martin Descalzo, entre otros. El autor considera que debería haber mucho más periodismo específicamente religioso. La Iglesia tiene que estar presente en los medios, en tanto la función social de estos es de primerísima importancia, pues no solo reflejan lo que pasa, sino que influyen poderosamente en la creación de estados de opinión, es decir, en lo que queda
 Para monseñor Fuentes informando con rigor y sin deformar la verdad, respetando el buen nombre de las personas, rectificando cuando se equivocan, dando a conocer la realidad con el afán de enriquecer  a sus receptores y mejorar sus vidas, promoviendo la solidaridad, los medios fortalecen la convivencia en democracia. Cree, con el polaco Kapuscinski, que en esta profesión no hay lugar para los cínicos; y coincide con Ben Bradlee, ex director del Washington Post, que cuanto más rica sea la cultura personal del periodista y el cultivo de la propia alma, en mejores condiciones estará el comunicador de enriquecer al público al cual se dirige

Claro como el agua clara. Así es el pensamiento del autor. Su magisterio refuerza su convicción, junto al papa Francisco, en que, aunque atraviese épocas oscuras y debilidades eclesiales, la propuesta cristiana nunca envejece. Mientras abrimos las puertas al futuro, en espera de la próxima obra de monseñor Fuentes, formulamos votos para que el trabajo que hoy nos ofrece sea cabalmente comprendido y valorado. El y Minas se lo merecen. 

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