¿ MÁS DE LO MISMO?

Dr. Eduardo Héguy Terra

Para quienes ven en el doctor Tabaré Vázquez la figura y el estilo radicalmente opuestos a los de José Mujica, para muchos una forma de vestir, de actuar y de hablar absolutamente reñidos con la mejor tradición en la alta investidura presidencial, el regreso del prestigioso médico oncólogo, profesor universitario y exitoso empresario, constituye un alivio, una vuelta a nuestra mejor tradición. Un regreso a las formas propias de la dignidad republicana que nos caracterizó como país.
Sin la espectacularidad marketinera de las propuestas sobre la marihuana, el matrimonio homosexual, los refugiados sirios o los presos de Guantánamo, es más que probable que el gobierno que presidirá el doctor  Vázquez se caracterice por  sobriedad en las formas y responsabilidad en los contenidos de sus declaraciones a la prensa. Nada de cómo te digo una cosa te digo la otra. Hace pocos días, a la salida de la Española, mutualista en la que atiende a sus pacientes hasta el 1 de marzo, el presidente electo aclaró a los periodistas que lo aguardaban que, por el respeto que les tiene como profesionales, no hará declaraciones sobre cualquier cosa, en cualquier momento, ni en cualquier lugar, menos aun en la puerta de su casa. Lo hará, cuando corresponda, en el ámbito de la presidencia de la república. Más claro imposible. El cambio, en tal sentido, será radical.
En principio alguien desprevenido podría pensar que se pierde espontaneidad en la comunicación presidencial, pero no es así, ya que puede decirse que Mujica manejó muy bien sus declaraciones “al paso”, a la salida de algún acto, solo en apariencia improvisadas,  sin que hubiera lugar a preguntas importantes y, menos aún, a incómodas repreguntas, surgidas desde el habitual racimo de micrófonos sostenidas en general por manos amigables, que pudieran poner en apuros o incluso enojar, como ocurrió en contadas ocasiones, al ducho primer mandatario, reconocido hábil declarante. 
Por tanto, en lo sustancial, no será mucho lo que se  perderá con el cambio que se avecina. Un cambio que impondrá la presidencia, pero que sería bueno que estuviera acompañado por un periodismo más inquisitivo, con los medios cumpliendo con mayor rigor su rol de informar al ciudadano a conciencia y cabalidad. Pero, vista la pasividad y aun el incomprensible silencio de la televisión para defender sus puntos de vista y legítimos  intereses ante el peligroso e innecesario proyecto de ley sobre medios audiovisuales, - fue mucho más audible la voz de los periódicos, pese a que no están alcanzados por la normativa proyectada -, no somos muy optimistas de que haya muchos cambios en la intensidad periodística de la comunicación política. Estamos cansados de ver informativos desbalanceados – alcanza para confirmarlo con los informes de Foco Auditoria Multimedia que publica El Observador -, y a algunos comunicadores que solo se muestran incisivos, incluso severos y agresivos, para un solo lado, con lo cual pierden el equilibrio y el bien más preciado que puede tener la prensa, como lo es su credibilidad. Podría decirse que en el pecado está la penitencia; lo cual sería  verdad si no fueran, algunos de ellos, víctimas de las mil y una formas de seducción que tiene el poder, o, peor aún, auténticos militantes partidarios tan solo disfrazados de periodistas, en ocasiones con la complicidad o la tolerancia de empresas que también practican el juego de la complacencia oportunista o temen perder la publicidad oficial. Vamos señores, pueden y deben hacerlo mejor.
Para quienes realicen un análisis que no se detenga en las apariencias, no pasará desapercibido que, por más que continúe el contador Danilo Astori al frente de Economía, el nuevo gobierno aplicará el mismo programa del Frente Amplio que aprobaron comunistas y tupamaros. Por lo cual, salvo en los matices, el tono, los énfasis, poco cambiará en nuestro querido Uruguay. Lo cual mucho lamentamos. Porque  Vázquez tiene la oportunidad histórica de hacer la diferencia en varios temas. Ya que no en defensa nacional ni en seguridad interior, si en materia de relaciones internacionales, donde, como es sabido, tiene una visión más amplia de la integración del país al mundo. Si lo dejan los radicales. Después de todo el sector más votado del oficialismo, no lo olvidemos, fue el de José Mujica y Lucía Topolanski, ambos senadores electos, y con una bancada integrada por 31 legisladores que hará sentir su peso en todas las decisiones relevantes.
Ante ese panorama, con un oficialismo que es mayoría en ambas cámaras legislativas, poco podrá hacer la oposición, integrada por blancos, colorados e independientes, en la toma de decisiones. Con excepción de aquellas leyes que requieran mayorías especiales para su aprobación, su participación será testimonial y de contralor. Queda por verse que participación les concederá el gobierno en la administración, especialmente de la enseñanza y en los directorios de los entes industriales y comerciales del Estado. En cualquier caso, y no solo para la oposición, serán cinco largos y complejos años, en los que incluso habrá que dar la batalla contra una reforma constitucional que, por sus orígenes y antecedentes en la izquierda latinoamericana, nos adelantamos a rechazar. 







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