AL PRÓJIMO, COMO A TI MISMO

Estamos acostumbrados a medir la marcha de nuestros países en términos cuantitativos, utilizando parámetros indicativos del Producto Bruto Interno, la inflación, la deuda externa, la cotización de la moneda, la tasa de desocupación y las principales cifras del comercio exterior. Y esta bien que así sea, puesto que el bienestar material es parte fundamental de nuestras vidas y se constituye en elemento diferencial significativo a la hora de juzgar los resultados de la acción del gobierno. Pero no es suficiente. Ni mucho menos.

Porque cuando de calidad de vida se trata, es imprescindible tener en cuenta muchas otras cosas, de mucho mayor dimensión y significación humana, de naturaleza cultural, de índole espiritual, emocional o afectiva. Estas son, en definitiva, aquellas cosas importantes para nosotros, que influyen en nuestros estados de ánimo y terminan por condicionar el comportamiento social, e incluso nuestro rendimiento laboral. Todo lo cual repercute, a la corta o a la larga, en las cifras, los datos y las estadísticas con los que día a día pretendemos medir el éxito o el fracaso de nuestras vidas.

Y en este orden de ideas debemos decir que nada hay más negativo para el estado de ánimo colectivo que la feroz insistencia en una predica basada en la confrontación, el resentimiento, el odio y la lucha de clases. Este es un veneno que corroe la convivencia y envenena el alma. Si, el alma.

Aunque para algunos, muy pocos, se trate de un buen negocio, en términos de obtener mayor poder político o influencia sindical, para la mayoría de la sociedad, en cambio, las estrategias basadas en la lucha de clases, en el permanente enfrentamiento entre capital y trabajo, porque son concebidos como enemigos irreconciliables, y no como partes inseparables y necesarias de un mismo emprendimiento empresarial, que para ser viable requiere no de fracturas sino de complementación e integración, son absolutamente negativas y contraproducentes y, precisamente por ello, moral, social y políticamente condenables.

Analizar el contenido de los medios de comunicación de nuestro país en los últimos meses, a la luz de estos criterios que venimos de exponer, es motivo de profunda preocupación.

Diarios, revistas y semanarios, así como los informativos de televisión y radio, están impregnados por la presencia reiterada y descollante de determinados dirigentes cuyo discurso y cuya acción están clara y directamente inspirados en el mas puro y radical y trasnochado comunismo, en la lucha frontal de clases y en imponer al empresariado el peso y la fuerza sindical, mediante huelgas apresuradas y ocupaciones ilegales. Y todo ello, al parecer, impulsado sin reparar en costos, sin considerar el grave daño que se hace al clima de convivencia laboral y las sombras de pesimismo que se echan sobre la percepción del futuro de los emprendedores e inversores. ¿Quién les dijo que sin empresarios pujantes hay economía prospera, salarios altos, más empleo y menos desocupación?

A la lucha de clases que trasnochadamente nos quieren imponer, contrapongamos otras ideas, otros principios y otros credos. Otra visión de la vida y de la sociedad. Frente a ruptura, la integración. Contra el enfrentamiento, el dialogo y la negociación. Ante el odio entre semejantes, el amor al prójimo.

Porque, si de planteamientos revolucionarios se trata, en esta época de materialismos, ninguna invocación nos resulta mas desafiante, mas exigente y mas apasionante, que la que nos convoca, simple y directa, a respetarnos los unos a los otros, a obrar de buena fe, a creer en la recta intención de los demás, a buscar acuerdos que procuren la obtención del bien común, a luchar por el interés general por sobre los intereses egoístas de unos pocos. Nada, en nuestra opinión, más difícil pero más alentador, que comprometernos a amar al prójimo como a nosotros mismos. Y a demostrarlo en los hechos. En el día a día. En las buenas y en las malas. Para eso si que se necesita verdadero coraje y autentica determinación. Valor del que pesa. Valor en serio.

Que distinto se ve el futuro de nuestro país, de nuestra sociedad, si la concebimos así, edificada sobre estas bases, sobre estos cimientos éticos, por los que vale la pena quebrar una lanza. Y trabajar.











Comentarios

Entradas populares de este blog

Los Comunicadores: Daniel Castro

Los comunicadores: Lil Bettina Chouhy

Los comunicadores: Neber Araujo