LA REELECCION, ¿POR QUE NO?
Cuando en 1971 fue electo Juan Maria Bordaberry, porque la reforma constitucional habilitando la reelección presidencial no alcanzo los votos suficientes, lo que impidió al entonces presidente Jorge Pacheco Areco un segundo mandato,- pese a que logro ser el candidato mas votado-, se invoco, por quienes se opusieron, el carácter pretendidamente antidemocrático de la reelección. Pero ¿es esto cierto?
Pensamos que no. Las mayores democracias occidentales consagran la reelección de sus presidentes y primeros ministros. Francois Miterrand presidio Francia 14 años ininterrumpidos. Felipe González gobernó España 11 años. Margaret Thatcher al Reino Unido desde 1979 a 1990 y Tony Blair lleva 10 años den el cargo. Los Estados Unidos reeligieron a George Bush hijo, y también a Bill Clinton y Ronald Reagan. Franklin D. Roosevelt, fue electo en cuatro oportunidades. Alemania tuvo a Konrad Adenauer diecisiete años al frente del gobierno y el democratacristiano Helmuth Khol también fue reelegido. En Brasil, Lula Da Silva va por su segundo mandato. Y a nadie se le ocurriría calificar a esos países, entre otros muchos que tienen el mismo sistema, como no democráticos. ¿Por qué habría de ser diferente en el Uruguay?
También aquí, en el ámbito municipal, la Constitución de la Republica acepta la reelección del intendente, titular del poder ejecutivo departamental. El arquitecto Mariano Arana lo fue en dos oportunidades, otro tanto lograron Juan Chiruchí en San José y Tabare Viera en Rivera. ¿Y entonces? ¿Quiere esto decir que los intendentes reelectos no son democráticos? Hay preguntas que no necesitan respuestas o, más bien, que se contestan solas.
Por otra parte, los presidentes también pueden ser reelectos, solo que dejando pasar un periodo de gobierno. Es el caso de don José Batlle y Ordóñez y del doctor Julio Maria Sanguinetti, quienes ocuparon la primera magistratura en dos oportunidades.
Lo que el régimen constitucional uruguayo no prevé es la reelección consecutiva, del presidente de la republica. Ello significa, por tanto, que quien aspire a ser reelecto, deberá promover una reforma del texto constitucional. Logrado esto, se deberá obtener la mayoría para un segundo mandato. Si se obtuvieran los votos ¿alguien podría afirmar que es antidemocrático?
Algo muy diferente es el analisis de la reelección presidencial desde el punto de vista de las conveniencias político partidarias o de las legítimas ambiciones de otros dirigentes, sean del mismo o de diferentes partidos al del actual titular. El tema doctrinario, - que sea la gente la que decida en las urnas, mediante voto secreto y con todas las garantías-, se complica cuando aparecen los candidatos de carne y hueso, las pasiones y las ambiciones en el duro y complejo juego del poder.
Cuando se pregunta por la reelección de Tabare Vázquez, sube la temperatura del debate y se encienden los ánimos. Pero, aun así, con nombre propio,-y aunque no lo votare-, sigo creyendo que nada debe impedir que la ciudadanía decida libre y soberana. Así debe ser. Nos guste o no el candidato de turno. Quizás si no se le hubiera negado a Pacheco Areco esa posibilidad, el curso de los acontecimientos de aquellos días nefastos hubiera sido diferente. Pero claro, esto nunca lo sabremos. Como tampoco sabremos que hubiera ocurrido si aquellas elecciones de 1971 las hubiera ganado Wilson Ferreira Aldunate. En las ciencias sociales no existe la prueba de laboratorio.
Es fácil comprender que la oposición quiera negarle a Tabare Vázquez la reelección. Sin embargo, para derrotar a la izquierda es de rigor concursar con más sustanciales argumentos. Al reaccionar con tanta preocupación ante la sola mención de esa hipótesis,- sugerida es cierto por su propio hermano y nunca desmentida por el presidente-, se hace crecer, involuntariamente, la proyección electoral del eventual candidato. En tren de especular, puede que desde la actual cupula gubernamental, dado que a medida que pasa el tiempo dentro de las propias filas frenteamplistas van creciendo las aspiraciones, se quiera enviar un mensaje. O que se piense que la continuidad del doctor Vázquez le evita un gran problema de confrontación interna a su fuerza política; o que su candidatura puede actuar como locomotora electoral del candidato frenteamplista por el régimen actual.
En síntesis, la posibilidad de reelección del presidente debe surgir de una reforma de la Constitución. Si ello se logra, el actual titular, luego de salvar las elecciones internas, deberá obtener, en libre competencia en las urnas con los candidatos de los demás partidos, la confianza de la mayoría de los orientales. Lo cual es, a todas luces, un requisito legitimante y democrático. Por eso, si ello se cumple, ¿por qué no a la reelección?
Pensamos que no. Las mayores democracias occidentales consagran la reelección de sus presidentes y primeros ministros. Francois Miterrand presidio Francia 14 años ininterrumpidos. Felipe González gobernó España 11 años. Margaret Thatcher al Reino Unido desde 1979 a 1990 y Tony Blair lleva 10 años den el cargo. Los Estados Unidos reeligieron a George Bush hijo, y también a Bill Clinton y Ronald Reagan. Franklin D. Roosevelt, fue electo en cuatro oportunidades. Alemania tuvo a Konrad Adenauer diecisiete años al frente del gobierno y el democratacristiano Helmuth Khol también fue reelegido. En Brasil, Lula Da Silva va por su segundo mandato. Y a nadie se le ocurriría calificar a esos países, entre otros muchos que tienen el mismo sistema, como no democráticos. ¿Por qué habría de ser diferente en el Uruguay?
También aquí, en el ámbito municipal, la Constitución de la Republica acepta la reelección del intendente, titular del poder ejecutivo departamental. El arquitecto Mariano Arana lo fue en dos oportunidades, otro tanto lograron Juan Chiruchí en San José y Tabare Viera en Rivera. ¿Y entonces? ¿Quiere esto decir que los intendentes reelectos no son democráticos? Hay preguntas que no necesitan respuestas o, más bien, que se contestan solas.
Por otra parte, los presidentes también pueden ser reelectos, solo que dejando pasar un periodo de gobierno. Es el caso de don José Batlle y Ordóñez y del doctor Julio Maria Sanguinetti, quienes ocuparon la primera magistratura en dos oportunidades.
Lo que el régimen constitucional uruguayo no prevé es la reelección consecutiva, del presidente de la republica. Ello significa, por tanto, que quien aspire a ser reelecto, deberá promover una reforma del texto constitucional. Logrado esto, se deberá obtener la mayoría para un segundo mandato. Si se obtuvieran los votos ¿alguien podría afirmar que es antidemocrático?
Algo muy diferente es el analisis de la reelección presidencial desde el punto de vista de las conveniencias político partidarias o de las legítimas ambiciones de otros dirigentes, sean del mismo o de diferentes partidos al del actual titular. El tema doctrinario, - que sea la gente la que decida en las urnas, mediante voto secreto y con todas las garantías-, se complica cuando aparecen los candidatos de carne y hueso, las pasiones y las ambiciones en el duro y complejo juego del poder.
Cuando se pregunta por la reelección de Tabare Vázquez, sube la temperatura del debate y se encienden los ánimos. Pero, aun así, con nombre propio,-y aunque no lo votare-, sigo creyendo que nada debe impedir que la ciudadanía decida libre y soberana. Así debe ser. Nos guste o no el candidato de turno. Quizás si no se le hubiera negado a Pacheco Areco esa posibilidad, el curso de los acontecimientos de aquellos días nefastos hubiera sido diferente. Pero claro, esto nunca lo sabremos. Como tampoco sabremos que hubiera ocurrido si aquellas elecciones de 1971 las hubiera ganado Wilson Ferreira Aldunate. En las ciencias sociales no existe la prueba de laboratorio.
Es fácil comprender que la oposición quiera negarle a Tabare Vázquez la reelección. Sin embargo, para derrotar a la izquierda es de rigor concursar con más sustanciales argumentos. Al reaccionar con tanta preocupación ante la sola mención de esa hipótesis,- sugerida es cierto por su propio hermano y nunca desmentida por el presidente-, se hace crecer, involuntariamente, la proyección electoral del eventual candidato. En tren de especular, puede que desde la actual cupula gubernamental, dado que a medida que pasa el tiempo dentro de las propias filas frenteamplistas van creciendo las aspiraciones, se quiera enviar un mensaje. O que se piense que la continuidad del doctor Vázquez le evita un gran problema de confrontación interna a su fuerza política; o que su candidatura puede actuar como locomotora electoral del candidato frenteamplista por el régimen actual.
En síntesis, la posibilidad de reelección del presidente debe surgir de una reforma de la Constitución. Si ello se logra, el actual titular, luego de salvar las elecciones internas, deberá obtener, en libre competencia en las urnas con los candidatos de los demás partidos, la confianza de la mayoría de los orientales. Lo cual es, a todas luces, un requisito legitimante y democrático. Por eso, si ello se cumple, ¿por qué no a la reelección?
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