LA VERDAD A MEDIAS

Se ha dicho y dicho bien, que no hay peor mentira que la verdad a medias. Esto es lo que ocurre cuando se hace un manejo político del tema de los derechos humanos. Cuando se pretende manipular los derechos que merecen dicha calificación; o seleccionar con criterio político quienes deben integrar la lista de los violadores de esos derechos. La consideración equitativa e imparcial de este tema es de enorme importancia.

Una visión hemipléjica de la historia reciente, que solo ve y recuerda los actos negativos de una parte, que no practica la autocrítica y que se niega al reconocimiento publico de sus errores, necesariamente conduce a una visión igualmente hemipléjica, - esto es distorsionada y parcial, – de los derechos humanos. Se olvida que con la mitad de la verdad no se hace justicia – aunque se la utilice –, no se respeta el Estado de Derecho, no se busca la reconciliación, ni se construye la paz.

De ahí que, para contribuir a la reflexión que todos nos debemos, para ayudar a que cuando se dice “nunca mas” todos entendamos lo mismo, para que, como acertadamente lo expresara el doctor Leonardo Guzmán, cuando atropellan las noticias que tienen que ver con el Derecho, no nos dejemos enceguecer por el acontecimiento que sacude ni por la turba que grita y, en cambio, miremos de frente que conceptos entran en juego, es oportuno recordar aquí, mediante claras referencias normativas, algunos de los principales derechos humanos que hacen a la vida publica de las naciones. Hagámoslo siguiendo la Declaración Universal de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, aprobada el 10 de diciembre de 1948, ratificada por el Uruguay y por la unanimidad de países miembro de la Organización. Subrayando que todas las personas, sin excepción alguna, tienen todos los derechos y libertades proclamados en esta Declaración; y que nadie, sea cual fuere su credo político, puede violarlos sin merecer rechazo y justa condena.

No cabe duda que el primero de los derechos humanos es el derecho a la vida. Es también el primero que proclama la Constitución en su artículo 7º. como soporte y presupuesto necesario de todos los demás derechos. Todo individuo tiene, además, derecho a la libertad y a la seguridad de su persona. Y ello sin distinción de opinión política o de cualquier otra índole. Nadie será sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes. Todos tenemos derecho a igual protección de la ley. Nadie podrá ser arbitrariamente detendido, preso ni desterrado. Nadie. Toda persona acusada de delito, cualquiera sea su condición, tiene derecho a que se presuma su inocencia, mientras no se pruebe su culpabilidad, conforme a la ley y en juicio publico, contando con todas las garantías para su defensa. Sin excepciones. Toda persona tiene derecho a circular libremente, a salir de cualquier país, incluso del propio y a regresar a el.

Todo individuo, - y esto mucho importa a los medios de comunicación-, tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión, lo que incluye el derecho a no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones y el de difundirlas, sin limitaciones, por cualquier medio de expresión; a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión, de manifestarlas y de enseñarlas. Nadie será objeto de ataques a su honra o a su reputación.

En una autentica democracia, el articulo 21 de la Declaración establece que “la voluntad del pueblo es la base de la autoridad del poder publico”, y que ella deberá expresarse en elecciones autenticas, celebradas periódicamente, por sufragio universal y voto secreto. Toda persona tiene derecho a participar en el gobierno de su país, acceder a la función publica, ejercer la libertad de reunión y de asociación pacificas.

En consecuencia, no es admisible que ciertos actos, moral y jurídicamente condenables, sean considerados violatorios de los derechos humanos cuando son cometidos por adversarios políticos, pero se silencie su condena cuando quienes incurren en idénticas violaciones son afines a la ideología de quien juzga u opina. Este error lo vemos en sectores de la izquierda local, especialmente entre marxistas y comunistas, cuando se trata del pasado reciente o de juzgar los actos del dictador Fidel Castro. Pero también lo vemos cuando se bloquea el comercio con Cuba, por ser este un país comunista en el que se violan las libertades publicas y se cercenan los derechos ciudadanos, pero se le compra y vende a China. Cuando se asignan responsabilidades, se debe admitir que hubo violaciones de uno y otro lado. Y también que hubo causas y consecuencias.

No cabe duda que sin educación e información la cultura democrática se debilita, se dificulta el dialogo de buena fe y peligran las bases mismas de la convivencia. Es entonces cuando medran los oportunistas y se sienten a sus anchas los demagogos. Por eso, cuando se habla del pasado, es obligación de todos ayudar a parir la verdad. Solo la verdad. Pero toda la verdad. Después, entonces si, serán el perdón y la reconciliación. Y el nunca más.




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