PATRIA, PAPELERAS Y ALGO MAS
El conflicto con las autoridades argentinas por la instalación de dos plantas de celulosa, una finlandesa y otra española, en el departamento de Rio Negro, y su eventual impacto ambiental sobre el rio Uruguay, ha tomado en los últimos días un sesgo que indujo a los voceros de los principales sectores políticos uruguayos a cerrar filas junto al gobierno del doctor Tabare Vázquez, en la defensa de esos proyectos y de los legítimos intereses nacionales.
Esta unidad puntual, que reconforta, esta actitud patriótica, que alienta esperanzas, merecen ser subrayadas, reconocidas y profundizadas.
Es verdad que la patria es, entre otras cosas, un conjunto de intereses en común. Pero la patria es mucho mas. Se ha dicho que la patria es, en un sentido amplio, una comunidad moral e histórica. También que, en cierta forma, es un plebiscito cotidiano, una adhesión a ciertos ideales y principios, una diariamente renovada afirmación de la voluntad de convivencia, un deseo de vivir juntos, bajo ciertas normas de respeto mutuo y de reciproca tolerancia y consideración. En consecuencia, la patria, así querida y así entendida, es mas que intereses materiales, y se sustenta en valores superiores.
No todo en la patria, en la nación, es, ni debe ser, política. No todo es, ni debe ser, economía. El ser humano, en toda su dignidad, el ser humano en la plenitud de sus múltiples dimensiones, el ser humano que a la patria da sustento y contenido es, debe ser, el objetivo ultimo y prioritario de todos los esfuerzos y desvelos. La economía, la política, el Estado y el Derecho, las instituciones, todas ellas, están, deben estar, al servicio de todos los hombres que habitan el suelo patrio; pero también de todo el hombre, aun de su compleja e innegable necesidad de trascendencia y espiritualidad. Y para que ello sea posible, para que dichos propósitos sean realizables, los valores, los principios y los ideales a cuyo servicio deben estar los gobiernos y las demás instituciones republicanas deben tener plena vigencia en las mentes y en los corazones. En las mentes y en los corazones de quienes gobiernan y también de quienes son gobernados. De los administradores, pero también de los administrados. Todos, o al menos la enorme mayoría de los conciudadanos deben conocer y compartir unos ciertos valores fundamentales. La verdad, la justicia y la paz son pilares de la convivencia, pero para arraigarse y fructificar en las nuevas generaciones, requieren de la adhesión de la colectividad en su conjunto.
Cuando se piensa en el desencanto o desinterés de los mas jóvenes por los temas de interés publico, es pertinente pensar también en las causas profundas de dichos sentimientos. No solo, o no tanto, se trata de un descreimiento en el sistema político o en sus habituales protagonistas. También y quizás principalmente estemos ante un vacio de valores, de ideas y principios capaces de convocar el idealismo y la generosidad natural de la juventud. No somos de los que creen que todos quienes actúan en la vida publica lo hacen movidos por intereses personales, egoístas o mezquinos. Decimos si que, vista en su conjunto, en la forma como se suelen encarar los temas de la vida política, o al menos en la perspectiva general con la cual son percibidos, no suelen reflejar la vigencia de los grandes ideales, de las grandes causas capaces de convocar, conmover y movilizar a la juventud. Las luchas por los cargos, los agravios, los intereses de grupo, las divisiones, los condicionamientos utilitarios, la falta de grandeza, el juego de astucias políticas, las estrategias electoralistas o cortoplacistas,- algunos políticos actúan como si ya estuviera cerca el tiempo de candidaturas-, la demagogia y la incapacidad de gestión, no son, por cierto, buenos argumentos para atraer a lo mejor de la juventud.
Ojala pues que esta alentadora unión de los partidos en torno a la defensa de las plantas de celulosa en Fray Bentos, del trabajo nacional pero también del medio ambiente, constituya un primer paso. Que sea el inicio de un camino que permita, entre otros logros, recuperar lo mejor de nuestro pasado y sentar las bases de una sociedad uruguaya mas unida, mas justa, mas fuerte, mas generosa, mas solidaria, mas respetuosa de todos los derechos y de los derechos de todos. Para ello,- seamos reiterativos-, es imprescindible reafirmar valores. Mostrar de manera clara y tangible la vigencia de los grandes ideales. Para lograrlo, lo sabemos, se requiere altura de miras, honestidad de propósitos, generosidad de espíritu y vocación de servicio. Que no falten.
Esta unidad puntual, que reconforta, esta actitud patriótica, que alienta esperanzas, merecen ser subrayadas, reconocidas y profundizadas.
Es verdad que la patria es, entre otras cosas, un conjunto de intereses en común. Pero la patria es mucho mas. Se ha dicho que la patria es, en un sentido amplio, una comunidad moral e histórica. También que, en cierta forma, es un plebiscito cotidiano, una adhesión a ciertos ideales y principios, una diariamente renovada afirmación de la voluntad de convivencia, un deseo de vivir juntos, bajo ciertas normas de respeto mutuo y de reciproca tolerancia y consideración. En consecuencia, la patria, así querida y así entendida, es mas que intereses materiales, y se sustenta en valores superiores.
No todo en la patria, en la nación, es, ni debe ser, política. No todo es, ni debe ser, economía. El ser humano, en toda su dignidad, el ser humano en la plenitud de sus múltiples dimensiones, el ser humano que a la patria da sustento y contenido es, debe ser, el objetivo ultimo y prioritario de todos los esfuerzos y desvelos. La economía, la política, el Estado y el Derecho, las instituciones, todas ellas, están, deben estar, al servicio de todos los hombres que habitan el suelo patrio; pero también de todo el hombre, aun de su compleja e innegable necesidad de trascendencia y espiritualidad. Y para que ello sea posible, para que dichos propósitos sean realizables, los valores, los principios y los ideales a cuyo servicio deben estar los gobiernos y las demás instituciones republicanas deben tener plena vigencia en las mentes y en los corazones. En las mentes y en los corazones de quienes gobiernan y también de quienes son gobernados. De los administradores, pero también de los administrados. Todos, o al menos la enorme mayoría de los conciudadanos deben conocer y compartir unos ciertos valores fundamentales. La verdad, la justicia y la paz son pilares de la convivencia, pero para arraigarse y fructificar en las nuevas generaciones, requieren de la adhesión de la colectividad en su conjunto.
Cuando se piensa en el desencanto o desinterés de los mas jóvenes por los temas de interés publico, es pertinente pensar también en las causas profundas de dichos sentimientos. No solo, o no tanto, se trata de un descreimiento en el sistema político o en sus habituales protagonistas. También y quizás principalmente estemos ante un vacio de valores, de ideas y principios capaces de convocar el idealismo y la generosidad natural de la juventud. No somos de los que creen que todos quienes actúan en la vida publica lo hacen movidos por intereses personales, egoístas o mezquinos. Decimos si que, vista en su conjunto, en la forma como se suelen encarar los temas de la vida política, o al menos en la perspectiva general con la cual son percibidos, no suelen reflejar la vigencia de los grandes ideales, de las grandes causas capaces de convocar, conmover y movilizar a la juventud. Las luchas por los cargos, los agravios, los intereses de grupo, las divisiones, los condicionamientos utilitarios, la falta de grandeza, el juego de astucias políticas, las estrategias electoralistas o cortoplacistas,- algunos políticos actúan como si ya estuviera cerca el tiempo de candidaturas-, la demagogia y la incapacidad de gestión, no son, por cierto, buenos argumentos para atraer a lo mejor de la juventud.
Ojala pues que esta alentadora unión de los partidos en torno a la defensa de las plantas de celulosa en Fray Bentos, del trabajo nacional pero también del medio ambiente, constituya un primer paso. Que sea el inicio de un camino que permita, entre otros logros, recuperar lo mejor de nuestro pasado y sentar las bases de una sociedad uruguaya mas unida, mas justa, mas fuerte, mas generosa, mas solidaria, mas respetuosa de todos los derechos y de los derechos de todos. Para ello,- seamos reiterativos-, es imprescindible reafirmar valores. Mostrar de manera clara y tangible la vigencia de los grandes ideales. Para lograrlo, lo sabemos, se requiere altura de miras, honestidad de propósitos, generosidad de espíritu y vocación de servicio. Que no falten.
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