EL PASADO TAMBIEN IMPORTA
Eduardo Héguy Terra
No se puede sostener que la Historia es maestra de vida y, al mismo tiempo, negarse a recordar el pasado. Aunque este haya sido doloroso y reciente. Somos el hoy, pero también el ayer. Y si se trata de personas con responsabilidades públicas, de candidatos que se postulan para representar a la gente desde los más altos cargos del Estado, conocer e informar sobre su pasado se convierte en cuestión de indudable interés público. Especialmente si consideramos que en cada elección se suman nuevos votantes, jóvenes, quienes por eso mismo no vivieron los hechos ocurridos treinta o cuarenta años atrás, pero que igualmente tienen derecho y deber, necesidad de saber y reflexionar sobre ellos. Para votar bien, a conciencia, con cabal y pleno conocimiento. De lo contrario, corren el riesgo de elegir mal o por las razones equivocadas. Siempre está presente el riesgo de que se engañen con personajes o discursos maquillados por la publicidad, las estrategias electorales, el marketing político o los jefes de campaña.
De ahí que nunca entendimos bien porqué, si se guardan las formas y el debido respeto, no se pueda informar sobre el pasado de los candidatos. Estamos convencidos de lo contrario. No para condenarlos, pero sí para conocerlos mejor. Y desde luego que, tanto el arrepentimiento por los errores en que se haya incurrido, como la ausencia de autocrítica o, peor aún, la reafirmación ideológica de lo hecho en el pasado, son elementos de juicio que, sin duda, también forma parte del curriculum vitae. Que asuman y se hagan cargo.
Por todo ello y por la función de informar que le es propia a la prensa en las democracias, creo que si esta proporcionara los datos biográficos, y pusiera en contexto los principales antecedentes políticos y personales de los candidatos, constituiría un aporte muy valioso para esta campaña electoral, que se inicia con las elecciones internas de los partidos políticos, se continua con la elección nacional de octubre y un eventual ballotage y que finalizará con las elecciones municipales del año próximo. ¿Cuál puede ser el perjuicio de saber más, para entender mejor? Después de todo, es muy poco lo que hasta ahora hemos recibido de las respectivas campañas. La falta de debates y de profundidad en muchas de las entrevistas, se suma a la ausencia de auténticas conferencias de prensa – con preguntas y repreguntas -, hecho que ha caracterizado la estrategia de comunicación de las actuales autoridades públicas.
No referirse al pasado, y aún enojarse por ello, tanto como no admitir preguntas o rehuir los debates, son diferentes formas de obstaculizar la búsqueda de la verdad. Quizá es comprensible en la etapa de elecciones internas, como forma de evitar fracturas que luego dificulten la necesaria unidad del partido para gobernar. Puede ser una estrategia de quienes se ven ampliamente favorecidos por las encuestas, que no desean arriesgar innecesariamente, ni favorecer al adversario. Pero también puede ser una estrategia mantenerse en las generalidades, disimular contradicciones y ocultar propósitos o la ausencia de conocimientos. Lo mismo puede decirse de la falta de información respecto a quienes integran el núcleo central de dirigentes y asesores que rodean al candidato. Porque de todo ello se nutren las propuestas electorales. No sea que se crea votar una cosa y se termine votando otra. Y enterarse cuando sea tarde.
La prensa, en todo el mundo, informa sobre temas delicados y complejos. El New York Times publicó recientemente importante información sobre los niveles de reincidencia de los liberados de la base de Guantánamo,- uno de cada siete -, lo que se estima dificultó ante la opinión pública los planes de Barak Obama. A fines de mayo, el Daily Telegraph hizo público el escándalo de los gastos realizados por ciento setenta miembros del Parlamento del Reino Unido, y por algunos ministros, en una lista que incluye desde una isla para patos, hasta una silla para masajes, pasando por comida para perros, remodelación de canchas de tenis y pagos por hipotecas que no existen. Sin la información publicada por estos diarios, difícilmente los ciudadanos se hubieran enterado de estos hechos. ¿No es esta una importante función de los medios? Por similares razones también lo es informar al ciudadano, de manera completa y honesta, con la mayor imparcialidad posible, sobre la personalidad, los talentos, carencias y virtudes, las ideas y convicciones, y lo bueno y lo malo de la trayectoria de quienes, como Luis Alberto Lacalle, José Mujica, Pedro Bordaberry o Pablo Mieres, con singular responsabilidad, se postulan ante el pueblo para gobernar nuestro querido Uruguay por los próximos cinco años. Vaya si el pasado también importa.
No se puede sostener que la Historia es maestra de vida y, al mismo tiempo, negarse a recordar el pasado. Aunque este haya sido doloroso y reciente. Somos el hoy, pero también el ayer. Y si se trata de personas con responsabilidades públicas, de candidatos que se postulan para representar a la gente desde los más altos cargos del Estado, conocer e informar sobre su pasado se convierte en cuestión de indudable interés público. Especialmente si consideramos que en cada elección se suman nuevos votantes, jóvenes, quienes por eso mismo no vivieron los hechos ocurridos treinta o cuarenta años atrás, pero que igualmente tienen derecho y deber, necesidad de saber y reflexionar sobre ellos. Para votar bien, a conciencia, con cabal y pleno conocimiento. De lo contrario, corren el riesgo de elegir mal o por las razones equivocadas. Siempre está presente el riesgo de que se engañen con personajes o discursos maquillados por la publicidad, las estrategias electorales, el marketing político o los jefes de campaña.
De ahí que nunca entendimos bien porqué, si se guardan las formas y el debido respeto, no se pueda informar sobre el pasado de los candidatos. Estamos convencidos de lo contrario. No para condenarlos, pero sí para conocerlos mejor. Y desde luego que, tanto el arrepentimiento por los errores en que se haya incurrido, como la ausencia de autocrítica o, peor aún, la reafirmación ideológica de lo hecho en el pasado, son elementos de juicio que, sin duda, también forma parte del curriculum vitae. Que asuman y se hagan cargo.
Por todo ello y por la función de informar que le es propia a la prensa en las democracias, creo que si esta proporcionara los datos biográficos, y pusiera en contexto los principales antecedentes políticos y personales de los candidatos, constituiría un aporte muy valioso para esta campaña electoral, que se inicia con las elecciones internas de los partidos políticos, se continua con la elección nacional de octubre y un eventual ballotage y que finalizará con las elecciones municipales del año próximo. ¿Cuál puede ser el perjuicio de saber más, para entender mejor? Después de todo, es muy poco lo que hasta ahora hemos recibido de las respectivas campañas. La falta de debates y de profundidad en muchas de las entrevistas, se suma a la ausencia de auténticas conferencias de prensa – con preguntas y repreguntas -, hecho que ha caracterizado la estrategia de comunicación de las actuales autoridades públicas.
No referirse al pasado, y aún enojarse por ello, tanto como no admitir preguntas o rehuir los debates, son diferentes formas de obstaculizar la búsqueda de la verdad. Quizá es comprensible en la etapa de elecciones internas, como forma de evitar fracturas que luego dificulten la necesaria unidad del partido para gobernar. Puede ser una estrategia de quienes se ven ampliamente favorecidos por las encuestas, que no desean arriesgar innecesariamente, ni favorecer al adversario. Pero también puede ser una estrategia mantenerse en las generalidades, disimular contradicciones y ocultar propósitos o la ausencia de conocimientos. Lo mismo puede decirse de la falta de información respecto a quienes integran el núcleo central de dirigentes y asesores que rodean al candidato. Porque de todo ello se nutren las propuestas electorales. No sea que se crea votar una cosa y se termine votando otra. Y enterarse cuando sea tarde.
La prensa, en todo el mundo, informa sobre temas delicados y complejos. El New York Times publicó recientemente importante información sobre los niveles de reincidencia de los liberados de la base de Guantánamo,- uno de cada siete -, lo que se estima dificultó ante la opinión pública los planes de Barak Obama. A fines de mayo, el Daily Telegraph hizo público el escándalo de los gastos realizados por ciento setenta miembros del Parlamento del Reino Unido, y por algunos ministros, en una lista que incluye desde una isla para patos, hasta una silla para masajes, pasando por comida para perros, remodelación de canchas de tenis y pagos por hipotecas que no existen. Sin la información publicada por estos diarios, difícilmente los ciudadanos se hubieran enterado de estos hechos. ¿No es esta una importante función de los medios? Por similares razones también lo es informar al ciudadano, de manera completa y honesta, con la mayor imparcialidad posible, sobre la personalidad, los talentos, carencias y virtudes, las ideas y convicciones, y lo bueno y lo malo de la trayectoria de quienes, como Luis Alberto Lacalle, José Mujica, Pedro Bordaberry o Pablo Mieres, con singular responsabilidad, se postulan ante el pueblo para gobernar nuestro querido Uruguay por los próximos cinco años. Vaya si el pasado también importa.
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