PEDRO BORDABERRY: NACE UN LIDERAZGO
Eduardo Héguy Terra
Atrapados por la dialéctica de los protagonistas mayores, centrados en los dichos y el trajinar de Luis Alberto Lacalle y José Mujica, medios y analistas no prestan demasiada atención al notable proceso de cambios que vive el Partido Colorado. Sin duda el mayor esfuerzo de transformación de las últimas décadas, de una colectividad sumida en profunda crisis.
El triunfo electoral del doctor Pedro Bordaberry en las elecciones internas ha sido apabullante. Siete de cada diez colorados le otorgaron una clara y categórica victoria en las urnas. Sin embargo, esto, con ser muy importante,- pues le asegura una holgada mayoría de convencionales y de miembros del órgano ejecutivo nacional, y por lógica consecuencia, la Secretaría General del partido-, es condición necesaria pero no suficiente para generar un nuevo liderazgo de cara a la causa de la imprescindible renovación. Tampoco basta para transformar a Pedro Bordaberry,- abogado, ex docente universitario, ministro y candidato a la Intendencia de Montevideo-, en el conductor que el partido necesita para dejar atrás la amarga situación por la que atraviesa desde hace ya unos años. Son todavía muchas las dificultades, internas y externas, que se deben superar.
Luego del triunfo del 28 de junio se inició la instancia de construir confianza. Es tiempo de consolidar, con decisiones inteligentes y acciones concretas, el proceso de cambios y renovación. Una renovación que no puede limitarse a un recambio generacional y que, más que proclamar, es necesario poner en obra. Por ejemplo, demostrando amplitud hacia los sectores derrotados por Vamos Uruguay. Así lo supo expresar, con elocuentes gestos de unidad, en la Casa del Partido, la noche misma de conocidos los resultados, convocando a todos los demás candidatos, - y también a los ex presidentes Jorge Batlle y Julio Ma. Sanguinetti, quien encabezó listas en apoyo de la candidatura de Luis Hierro López -, a compartir el estrado, los himnos y el triunfo.
Esta actitud mostró al nuevo conductor del Partido Colorado mirando al futuro, sin revanchismos ni exclusiones. En las semanas siguientes Pedro Bordaberry siguió dando importantes señales de unidad. No vaciló en consultar a los principales dirigentes colorados antes de plantear públicamente la candidatura de Hugo de León,- ajeno a su sector-, a la vice presidencia de la república. Mas tarde, en ocasión de integrar los grupos de trabajo encargados de elaborar el programa del partido, no dudó en incorporar, junto a hombres de Vamos Uruguay, a técnicos relacionados con otros sectores colorados, algunos con actuación en administraciones anteriores. Y ello no obstante la pronta creación de Propuesta Batllista (Proba), que reúne a gente del Foro Batllista de Sanguinetti y a la 15 de Barrios Amorín, que le disputará a Vamos Uruguay los cargos parlamentarios en las elecciones nacionales. El 25 de octubre será una oportunidad de ratificar el liderazgo de Vamos Uruguay, pero también, convertido Bordaberry en el candidato común, una posibilidad de revancha para los sectores derrotados en las elecciones internas. Imagino que, precisamente por ello y para darle identidad, Pedro Bordaberry encabezará la lista al senado de Vamos Uruguay.
En mi opinión, cada una de esas decisiones llevadas a la práctica con absoluta claridad, van otorgándole a Pedro Bordaberry un perfil de liderazgo, sin mezquindades ni sectarismos, en pro de la recuperación. Por este camino, generoso y participativo, nos parece que el Partido Colorado va bien. Pero no se debe perder de vista que, de una crisis tan profunda como esta, que lo relega en las encuestas a poco más del 10% del electorado, no se sale en pocos meses. Para recuperar credibilidad y la confianza de la gente, además de un intenso trabajo dentro y fuera del Parlamento, se requieren un rumbo claro y una conducción firme, buena fe en la unidad y muchos aciertos. Si esto es así, entonces es posible que, andando el tiempo, un renovado Partido Colorado, definido mas por sus ideas hacia el futuro que por recurrentes referencias al pasado, vuelva a ser, como lo fue desde el nacimiento mismo de la patria, una opción de gobierno.
Al partido cuya responsabilidad de conducción asumió, a los 49 años, Pedro Bordaberry, lo espera, en primer lugar, la elección de diputados y senadores de octubre, en la cual deberá mantener y consolidar lo logrado. Luego vendrán las importantes decisiones relacionadas con el ballotage, instancia en la cual al coloradismo le corresponderá un rol decisivo; y quizás, también, la decisión de participar en el próximo gobierno. Por todo ello, el intenso proceso de relevos y transformaciones que vive esta colectividad es de enorme significación y, en consecuencia, merece un mayor interés de parte de los medios. No cabe duda, con Pedro Bordaberry ha nacido un nuevo liderazgo. El tiempo dirá si logra concretar los cambios.
Atrapados por la dialéctica de los protagonistas mayores, centrados en los dichos y el trajinar de Luis Alberto Lacalle y José Mujica, medios y analistas no prestan demasiada atención al notable proceso de cambios que vive el Partido Colorado. Sin duda el mayor esfuerzo de transformación de las últimas décadas, de una colectividad sumida en profunda crisis.
El triunfo electoral del doctor Pedro Bordaberry en las elecciones internas ha sido apabullante. Siete de cada diez colorados le otorgaron una clara y categórica victoria en las urnas. Sin embargo, esto, con ser muy importante,- pues le asegura una holgada mayoría de convencionales y de miembros del órgano ejecutivo nacional, y por lógica consecuencia, la Secretaría General del partido-, es condición necesaria pero no suficiente para generar un nuevo liderazgo de cara a la causa de la imprescindible renovación. Tampoco basta para transformar a Pedro Bordaberry,- abogado, ex docente universitario, ministro y candidato a la Intendencia de Montevideo-, en el conductor que el partido necesita para dejar atrás la amarga situación por la que atraviesa desde hace ya unos años. Son todavía muchas las dificultades, internas y externas, que se deben superar.
Luego del triunfo del 28 de junio se inició la instancia de construir confianza. Es tiempo de consolidar, con decisiones inteligentes y acciones concretas, el proceso de cambios y renovación. Una renovación que no puede limitarse a un recambio generacional y que, más que proclamar, es necesario poner en obra. Por ejemplo, demostrando amplitud hacia los sectores derrotados por Vamos Uruguay. Así lo supo expresar, con elocuentes gestos de unidad, en la Casa del Partido, la noche misma de conocidos los resultados, convocando a todos los demás candidatos, - y también a los ex presidentes Jorge Batlle y Julio Ma. Sanguinetti, quien encabezó listas en apoyo de la candidatura de Luis Hierro López -, a compartir el estrado, los himnos y el triunfo.
Esta actitud mostró al nuevo conductor del Partido Colorado mirando al futuro, sin revanchismos ni exclusiones. En las semanas siguientes Pedro Bordaberry siguió dando importantes señales de unidad. No vaciló en consultar a los principales dirigentes colorados antes de plantear públicamente la candidatura de Hugo de León,- ajeno a su sector-, a la vice presidencia de la república. Mas tarde, en ocasión de integrar los grupos de trabajo encargados de elaborar el programa del partido, no dudó en incorporar, junto a hombres de Vamos Uruguay, a técnicos relacionados con otros sectores colorados, algunos con actuación en administraciones anteriores. Y ello no obstante la pronta creación de Propuesta Batllista (Proba), que reúne a gente del Foro Batllista de Sanguinetti y a la 15 de Barrios Amorín, que le disputará a Vamos Uruguay los cargos parlamentarios en las elecciones nacionales. El 25 de octubre será una oportunidad de ratificar el liderazgo de Vamos Uruguay, pero también, convertido Bordaberry en el candidato común, una posibilidad de revancha para los sectores derrotados en las elecciones internas. Imagino que, precisamente por ello y para darle identidad, Pedro Bordaberry encabezará la lista al senado de Vamos Uruguay.
En mi opinión, cada una de esas decisiones llevadas a la práctica con absoluta claridad, van otorgándole a Pedro Bordaberry un perfil de liderazgo, sin mezquindades ni sectarismos, en pro de la recuperación. Por este camino, generoso y participativo, nos parece que el Partido Colorado va bien. Pero no se debe perder de vista que, de una crisis tan profunda como esta, que lo relega en las encuestas a poco más del 10% del electorado, no se sale en pocos meses. Para recuperar credibilidad y la confianza de la gente, además de un intenso trabajo dentro y fuera del Parlamento, se requieren un rumbo claro y una conducción firme, buena fe en la unidad y muchos aciertos. Si esto es así, entonces es posible que, andando el tiempo, un renovado Partido Colorado, definido mas por sus ideas hacia el futuro que por recurrentes referencias al pasado, vuelva a ser, como lo fue desde el nacimiento mismo de la patria, una opción de gobierno.
Al partido cuya responsabilidad de conducción asumió, a los 49 años, Pedro Bordaberry, lo espera, en primer lugar, la elección de diputados y senadores de octubre, en la cual deberá mantener y consolidar lo logrado. Luego vendrán las importantes decisiones relacionadas con el ballotage, instancia en la cual al coloradismo le corresponderá un rol decisivo; y quizás, también, la decisión de participar en el próximo gobierno. Por todo ello, el intenso proceso de relevos y transformaciones que vive esta colectividad es de enorme significación y, en consecuencia, merece un mayor interés de parte de los medios. No cabe duda, con Pedro Bordaberry ha nacido un nuevo liderazgo. El tiempo dirá si logra concretar los cambios.
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