CON ROPA AJENA
Dr. Eduardo
Héguy Terra
Una práctica común entre dirigentes
políticos de todas las épocas deseosos de impresionar es la de querer
vestirse con ropa ajena. ¿Qué significa esto? Pues que intentan manipular a la
opinión pública haciéndola creer que determinados logros y conquistas son obra
de su actividad o de sus gobiernos, cuando en rigor la causa principal casi excluyente
del éxito se encuentra en otros factores, en otras fuentes, y son obra de otros
hombres, dirigentes o no. ¿Un ejemplo? Lo que ocurre entre nosotros en estos tiempos
de espectacular bonanza económica.
El Uruguay presenta cifras de producción
y exportación con precios nunca antes vistos. La carne bovina pero también la
carne ovina; la lana, el arroz, la soja, pero también el maíz, el trigo, la
leche y sus derivados, los productos forestales y los cítricos se exportan y cotizan a niveles excepcionales. Se ha dicho con
verdad que la generación de riqueza de que disfrutamos no tiene parangón en nuestra
historia. Y esa riqueza, generada por la
demanda de la producción del campo uruguayo, se derrama sobre toda la sociedad,
a través de los salarios, del comercio y de los tributos. ¿Qué hace el político-burócrata
presuntamente astuto? Pues intenta hacernos creer, mediante una sostenida presencia
propagandística, a través de las más diferentes formas, canales y operadores,
que es suyo el mérito del éxito alcanzado.
Por supuesto que los precios
internacionales nos favorecen de manera excepcional y que ellos se deben a
factores externos de mucha significación, como la demanda derivada de las compras
que realiza China para alimentar a una población creciente y que incorpora al
mercado, año tras año, decenas de millones de consumidores. Pero en lo nacional el mérito indiscutible es
de los sectores productivos uruguayos, y nos referimos especialmente a la
agropecuaria y a la cadena agroindustrial, por producir con creciente
eficiencia y calidad, pero también por diversificar, buscar y abrir nuevos
mercados para colocar el resultado del trabajo y del esfuerzo de decenas de
miles de productores y trabajadores rurales.
¿Cuál es el papel que desempeña el
Estado? Acompañar el buen momento de nuestras exportaciones, aunque siempre con
mas lentitud, trabas e ineficiencias de lo que sería conveniente y deseable. Y
gravar con tributos el resultado del
trabajo de otros. Impuestos que siempre intenta aumentar, ya que le proveen los
ingresos que le hacen falta para alimentar el enorme aparato administrativo, a una
burocracia improductiva que no para de crecer y para sostener un presupuesto
que se ha convertido en un caro catálogo de buenas intenciones y malas
realizaciones. Ejemplos de ello los tenemos
en la enseñanza pública; en el sistema nacional de salud; o en las cuestionadas
prestaciones del Mides, que no promueven el trabajo sino que fomentan el ocio y
carecen de controles y contrapartidas elementales.
El Estado uruguayo presenta hoy un
presupuesto nacional de más de diez mil millones de dólares. El más grande de
la historia. Esos dólares provienen de los impuestos que paga la población. Pero
los servicios que la ciudadanía recibe a cambio de sus aportes a las arcas
fiscales no están a la altura de sus merecimientos. Por tanto, si tuviéramos
que poner notas, mientras a la producción agropecuaria nacional le
correspondería un 10 sobre 10, y otro tanto a nuestro comercio exportador, a la
presencia ineficiente de un Estado cada
vez mas grande, y a la voracidad insaciable y fiscalista de un gobierno improductivo, no le corresponderían
mas que 4. Han dejado hacer a los privados, es cierto, pero esto podría
cambiar, de estar a las señales de enfrentamiento entre dos visiones económicas
y los equipos bien distintos que las representan dentro del actual gobierno. Uno
que responde al contador Danilo Astori,
y el otro que se considera más cercano al presidente José Mujica.
Por todo eso pretendemos que, más allá
de las apariencias, se haga justicia. Que se reconozca públicamente el valor
del campo uruguayo y el aporte inestimable de los productores agropecuarios de
nuestro país. Un aporte, el rural, que conlleva conocimientos, experiencias, generaciones,
inversiones, mucho trabajo, sacrificios, paciencia y tesón. Ganaderos,
lecheros, agricultores, forestales, granjeros. Todos ellos, merecen un
homenaje. El Parlamento, cuyos ocupantes, políticos pero también funcionarios
públicos, disfrutan de un régimen laboral de excepción y perciben sueldos
privilegiados en relación a la mayoría de sus votantes, debería organizar un
gran acto público, para distinguir a quienes nos han permitido aprovechar este
gran momento de los mercados y disfrutar sus beneficios.
Eso sería hacer justicia. Por partida
doble. En primer lugar, por destacar a aquellos que tanto han hecho y hacen por nuestro bienestar
económico. En segundo lugar, para dejar en claro que los gobernantes, que sin
mayor mérito ocupan exageradamente, casi en exclusividad, los informativos de
la televisión, no son más que meros administradores de la riqueza que otros
generan con su trabajo; gestores apenas y muy poco eficientes en orden a controlar
el gasto público, reducir el déficit y servir al interés general. No pueden vestirse
con ropa ajena.
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