DEBEMOS EJERCER CIUDADANÍA

Dr. Eduardo Héguy Terra

Si queremos recuperar una sociedad con valores y una convivencia civilizada, los ciudadanos debemos ejercer ciudadanía. No me cabe duda. Todos los días y no una vez, unos pocos minutos, al votar cada tantos años. Debemos ejercer nuestros derechos y luchar para que sean respetados; no bajar la guardia, no desentendernos de lo que pasa en nuestro país, en nuestra ciudad, en nuestro barrio y en nuestra cuadra. 
Lo que siempre hacemos es rezongar, criticar y mascullar. Como si ello sirviera de algo. Pues de nada sirve. Lo único que logran la queja y la murmuración es aumentar los ya altos niveles de frustración, malhumor y resignación cívica que padecemos. Pero nada de lo que nos molesta mejorará, nada de lo que nos importa cambiará. Nuestras opiniones carecen así de todo peso y relevancia. Es por eso que tenemos que ejercer nuestros derechos. Tenemos que dejar de ser pasivos. Tenemos que pasar a la acción. Tenemos que ejercer ciudadanía. ¿Cómo? Comencemos por difundir nuestras opiniones y puntos de vista sobre el acontecer nacional, dándolos a conocer en todos los niveles. Será un primer paso para trascender en sociedad, para ejercer ciudadanía. Así lo ha entendido acertada y oportunamente El Demócrata, en esta su segunda época.
Los medios de comunicación masiva nos ofrecen excelentes oportunidades para llevar nuestro pensamiento a la luz pública, denunciar ante las autoridades ciertos problemas y  compartir con otros ciudadanos nuestras inquietudes, angustias y necesidades. En la prensa nacional siempre hay lugar para las cartas de los lectores, que escriben sobre los más diversos temas; las radios se abren cada vez más a la participación de los oyentes; los canales concurren con frecuencia,- no tanto como deberían -, a la cobertura de problemas de la gente. A través de los medios se ven reflejadas muchas personas que padecen similares dificultades.
El pleno ejercicio de la libertad de expresión quedaría reducido si solo lo ejercieran, casi privilegiadamente, políticos, gobernantes, dirigentes empresariales y sindicales, o periodistas. Es la participación de los ciudadanos comunes la que permite expresar, reflejar  y valorar a cabalidad el pensamiento y la complejidad de toda la sociedad. Es ejerciendo el derecho a la libertad de expresión del pensamiento que ello se logra. Es ejerciendo ciudadanía como se articula la democracia y se fortalece la república. Por eso le temen los malos gobiernos y le aborrecen sus funcionarios. Por eso los ciudadanos deben hacerse oír a través de los medios. Internet y las redes sociales, facebook,  twitters, emails, celulares y tantas otras maravillas digitales  que la tecnología moderna pone a nuestra disposición, multiplican las posibilidades de comunicación, la hacen cada vez más fácil y le aportan inmediatez y vigor,  potenciando sus efectos.
No hay excusas para no participar. Si algo no está bien, dígalo. Reclame de las autoridades el cumplimiento de sus obligaciones. Los impuestos que usted paga son los que hacen posible que los funcionarios públicos,- incluido el presidente, los ministros, jueces y legisladores-, cobren sus sueldos.
Bien utilizada por los ciudadanos la prensa se convierte en una eficaz tribuna pública, en un gran foro donde se aportan sugerencias y se expresan necesidades y problemas, se presiona al poder y se reclama por la ineficiencia de los gobernantes. Se llama la atención a los irresponsables y se denuncia a los corruptos. Recordándoles, por ejemplo, que el funcionario está para la función y no la función para el funcionario. Insistiendo en el fracaso del sistema de recolección de residuos y la contaminación de bolsas y envases de plástico; reclamando medidas que pongan fin a la violencia; exigiendo se ponga coto a quienes hacen uso abusivo de la vía pública; o quejándose del desmesurado costo de los impuestos, del déficit fiscal y el crecimiento del gasto del Estado y de la deuda pública.
Señalemos el fracaso de la educación; el deterioro de la salud pública; repudiemos el marxismo instalado en el gobierno, que no respeta lo que piensa y siente la mayoría de los ciudadanos que no votó al gobierno. Subrayemos la ineficiencia ante la criminalidad;  la inhumana situación de las cárceles; el asistencialismo político y un largo etcétera de cuestiones que nos afectan, como el estado de las carreteras y del ferrocarril, o las relaciones con Venezuela e Irán.
Hagamos oír nuestra voz. Denunciemos errores y omisiones. Exijamos a nuestros representantes políticos mayor compromiso, total honestidad, dedicación y entrega. Que no olviden que todas las personas son iguales ante la ley y que  no debe admitirse otra distinción entre ellas que los talentos y las virtudes. Señalemos la injusticia allí donde se encuentre. Demos expresión, visibilidad y proyección social al pensamiento ciudadano. Promovamos valores cristianos. Defendamos principios. Hagamos que la sociedad cambie. Ejerzamos ciudadanía. Es nuestro derecho y obligación.


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