EL PERIODISMO DE LANATA

Dr. Eduardo Héguy Terra

Desde hace tres semanas, domingo a domingo, el periodista argentino Jorge Lanata, desde su programa Periodismo para Todos (PPT), que transmite canal 13 de Buenos Aires, denuncia maniobras de lavado de dinero que presuntamente involucran a empresarios cercanos al actual gobierno y al propio matrimonio Kirchner. Esas maniobras de lavado multimillonarias podrían haber tenido algún tipo de conexión con la plaza financiera o el sector inmobiliario uruguayo.
No cabe duda  que Jorge Lanata, de larga trayectoria en medios de ambas orillas del rio de la Plata, practica un singular estilo de comunicación que le proporciona a sus programas altísimos registros de audiencia, pero al cual los uruguayos no estamos acostumbrados. Ni queremos acostumbrarnos. Se trata de una rara mezcla. Por un lado es periodismo de investigación, de opinión y denuncia, que enfoca en profundidad temas de enorme trascendencia política e institucional, lo que sin duda requiere de valentía y capacidad profesional, tanto en el conductor del programa como en el equipo que lo respalda. Por otro lado estamos ante una suerte de show mediático, de espectáculo, con monólogos plagados de palabrotas, salidas de tono,  manejo irresponsable y cuasi amarillista, de verdades a medias, de hechos no suficientemente acreditados y hasta de espacios pretendidamente cómicos o burlescos, con actores que, en el caso del lavado de dinero, han representado, temerariamente, a la presidenta argentina, Cristina Fernandez de Kirchner; y tambien, en un sketch particularmente atrevido, para nada hilarante y de indisputable mal gusto, han caricaturizado al presidente uruguayo José Mujica, acompañado en escena de una perrita con tres patas. Todo esto al aire, en simultáneo, mezclado con información de distinto calibre, repercusiones, abundantes testimonios, invitados y reflexiones de políticos e investigadores sobre el tema de fondo, nada menos que el lavado de dineros provenientes de la obra pública adjudicada por los Kirchner, de manera aparentemente irregular, al empresario amigo Lázaro Báez.
No es mi propósito referirme aquí y ahora a la culpabilidad o inocencia de los personajes acusados, con evidente convicción, por Jorge Lanata a lo largo de estas tres semanas. Se trata de asuntos de tanta gravedad que corresponde someterlos sin demora al pronunciamiento de la justicia. Pero con el atropello a su  independencia que está sufriendo en estos momentos el Poder Judicial argentino, no se puede ser muy optimista respecto al esclarecimiento definitivo de estos casos de corrupción en las altas esferas de la política y el gobierno.  Nuestro tema de hoy es mas bien el estilo periodístico y la forma de comunicación empleados por Jorge Lanata para lanzar sus acusaciónes, presentar sus informes y alcanzar sus objetivos, entre los cuales se destaca, sin duda, su propio lucimiento personal. No cabe duda del éxito alcanzado, en esta ocasión, por la fórmula puesta en práctica en el programa Periodismo para Todos para comunicar los hechos a la gente y lograr que el tema del lavado de dinero se instalara con una fuerza extraordinaria en la agenda de todos los medios de la Argentina y muchos de nuestro país, no faltando declaraciones de altas figuras del Frente Amplio.                                                                                                                                                                                         
Siempre cabe alegrarse cuando un buen trabajo periodístico pone al descubierto maniobras, irregularidades, robos, coimas o fraudes cometidos por personajes políticos o gobernantes corruptos, especialmente cuando ellos traicionan la confianza que les ha otorgado la ciudadanía y utilizan los cargos públicos para obtener, para sí o para terceros, beneficios indebidos.  Pero la denuncia de esos hechos ilícitos debe estar adecuadamente respaldada, a riesgo de incurrir en difamación. La ligereza de algunos espacios del programa de canal 13, la superficialidad, el farandulismo tinelliano que impregna alguno de sus segmentos, le resta seriedad al conductor y credibilidad a los informes periodísticos. ¿A quién se le ocurrió presentar a la presidenta argentina sentada arriba de un lavarropa conteniendo fajos de billetes? Eso no es periodismo y mucho menos periodismo de calidad. Lo cual es una lástima, porque a Lanata le sobran ideas, coraje y talento para hacer periodismo a un mejor nivel. Sus numerosas concesiones a un humor grotesco e hiriente quizás le aseguran un buen  rating, pero le hacen perder estatura profesional y fuerza a sus denuncias.

Como ya hemos dicho, no es un tipo de comunicación que nos resulte grato. No lo compartimos. Pero hay una parte de lo que Lanata hace, la periodística, de investigación y denuncia que el realiza con valentía, que mucho nos gustaría ver con mas frecuencia en la televisión nacional, tal vez complaciente en demasía a la hora de cubrir las noticias o de recibir las declaraciones monologantes, sin repreguntas, de los jerarcas de turno. En definitiva, ni tanto ni tan poco. Ni el show de Lanata, ni la gris abulia que deprime y debilita el vigor y la determinación que el buen periodismo necesita en la incesante búsqueda de la verdad.

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