LA OEA Y LA LIBERTAD DE PRENSA
Dr. Eduardo
Héguy Terra
La Organización de Estados Americanos
(OEA) es una organización internacional, creada en Bogotá el 8 de mayo de 1948.
Es por ello la más antigua de las organizaciones regionales y también, con 35
países asociados, la que cuenta con el mayor número de estados miembro, entre
ellos el Uruguay. Se trata de un foro político, con sede en Washington, que
procura, a través del diálogo multilateral, promover la paz, la seguridad, los
derechos humanos, el desarrollo social y económico, consolidar la democracia e
impulsar el crecimiento sostenible en las Américas.
Uno de los organismos más importantes de
la OEA, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), creó, con el apoyo
explicito de la segunda Cumbre de las Américas, la Relatoría Especial para la
Libertad de Expresión, con la finalidad de estimular la defensa del derecho a
la libertad expresión, y la toma de
conciencia de su papel fundamental en el desarrollo y consolidación del sistema
democrático en los países americanos.
Con motivo de celebrarse hace pocos días
el vigésimo aniversario del Día Mundial de la Libertad de Prensa, la Relatoría
Especial para la Libertad de Expresión, reconociendo el valioso trabajo de las
mujeres y los hombres que ejercen el periodismo en nuestra región, hizo un
llamamiento a los Estados para que adopten mecanismos eficaces de prevención y
protección de la vida, la seguridad y la integridad personal de los
comunicadores. Sobran ejemplos de las numerosas víctimas causadas en nuestra
región por el terrorismo, el narcotráfico, la violencia política y la censura
ejercida desde los gobiernos. Es por ello que la Relatoría Especial insta a las
autoridades nacionales a erradicar las causas que fomentan o perpetúan la
violencia de cualquier tipo contra los periodistas y trabajadores de los medios
de comunicación, así como a tomar todas las medidas necesarias para acabar con
la impunidad que muchas veces rodea a estos crímenes contra la libertad de
prensa y quienes pretenden ejercerla.
Con motivo de este nuevo aniversario, el
sistema interamericano de derechos humanos reconoce una vez más que la libertad
de expresión es “un instrumento esencial para el funcionamiento de los sistemas
democráticos, la denuncia contra la arbitrariedad y la lucha por los derechos
de las personas.” En particular, la OEA ha explicado que la prensa es una herramienta
clave para la formación de una opinión pública informada y consciente de sus
derechos, así como para el control ciudadano sobre la gestión pública y la
exigencia de responsabilidad a los funcionarios estatales. Por eso los
organismos competentes del sistema interamericano sostienen que “sin una prensa plural, vigorosa, libre e
independiente, los abusos de poder quedan silenciados y se fomenta el arraigo
de sistemas autoritarios.”
No es casualidad que los regímenes
falsamente democráticos, pues lo son solo en apariencia, adopten medidas para
impedir el libre ejercicio de una prensa crítica e independiente. Lo vemos hoy
en varios países de nuestra América, como Argentina, Venezuela, Ecuador,
Nicaragua y Bolivia. Otros países, como México, presentan, debido al
narcotráfico, importantes zonas consideradas de alto riesgo de vida para el
ejercicio del periodismo.
La Relatoría Especial de la OEA adhiere
sin reservas al Plan de Acción de la
Naciones Unidas sobre la Seguridad de los Periodistas y la Cuestión de la
Impunidad. En el mismo se insiste en que es necesario adoptar mecanismos de
prevención y medidas para resolver las causas profundas de la violencia contra
los periodistas.
Por todo lo que venimos de expresar, la
Relatoría Especial para la Libertad de Expresión, con motivo del vigésimo
aniversario del Día Mundial de la Libertad de Prensa, entendió oportuno concluir
su declaración formulando cinco recomendaciones a los Estados miembro, sobre
las cuales vale la pena reflexionar.
En primer lugar, se recomienda adoptar
mecanismos de prevención para evitar la violencia contra los comunicadores,
incluyendo la condena pública de todo acto de agresión en su contra.
En segundo lugar, se debe garantizar la
seguridad de quienes se encuentren enfrentados a un riesgo especial debido al
ejercicio de la libertad de expresión.
En tercer lugar, investigar los hechos
de violencia contra periodistas y trabajadores de los medios, condenar a los
responsables y reparar a las víctimas y sus familias.
Asimismo se propone derogar el delito de
desacato y promover la modificación de las leyes de difamación, a fin de evitar
procesos penales cuando se difunde información de interés público, sobre
funcionarios o candidatos a ejercer cargos públicos.
Y, finalmente, se recomienda “abstenerse
de hacer declaraciones públicas o de utilizar los medios estatales para hacer
campañas que puedan incentivar la violencia contra las personas por razón de
sus opiniones.” Y, en particular, “evitar
las declaraciones que puedan estigmatizar a periodistas, medios de comunicación
y defensores de derechos humanos.” Situaciones que se han dado con frecuencia entre nosotros,
según lo testimonian reiteradas expresiones acusatorias contra los medios no
oficialistas, formuladas por altos dirigentes políticos del partido de
gobierno.
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